Todos los recuerdos que la rodearon, y la siguen rodeando, desde su casa en calle Canning, “mi lugar en el mundo”, formaron parte del recorrido que Pirucha Sposito nos invitó a realizar en la 575ª entrega de IngenieroWhite.Com, emitida por La Brújula 24.
–Están decorando una casa en la cuadra de la Capilla del Boulevard, ¿la conocés?
–Sí, es la mía. Nací en la casa donde vivo actualmente. Y lo que aprendí en mi 3º año en el taller de mosaiquismo de la empresa Profertil, lo estoy aplicando en mi casa. Con paciencia y con tiempo está quedando bien y es una forma de embellecer el lugar que tanto amo.
–¿Está muy distinto el Boulevard?
–Mirá…el 70% de la gente que hoy vive en el barrio es del Boulevard. En mi cuadra, 9 familias son originarias de ahí…Olga Casinerio, Mabel Kinter, Negrita Antolini, la señora de Celso Lucero.
–¿Cómo la ves a la Escuela 21?
–En muy buenas condiciones. Yo fui a la vieja 21 y el edificio actual tiene sus años, pero está muy cuidado.
–¿Y el balneario?
–El balneario de la usina, claro. Eso era algo cotidiano todos los veranos, incluso después de cenar. Volver a vivir eso sería una maravilla. Recuerdo a La Celestina, una señora, como tantas otras, que venían en el tren local al balneario…su piel tostada, sus ojos celestes. Ella decía ser la reina del mar.
“La capilla es otro punto importante. El año pasado cumplió 50 años en el barrio y recuerdo aquel día donde se colocó la piedra fundamental y la trajeron al Boulevard desde el otro lado del puente”, agregó.
–¿Nunca tuviste la chance o pensaste en irte del Boulevard?
–Yo decidí quedarme acá y puedo decir que es mi lugar en el mundo. Ver a los vecinos afuera, salir a barrer a propósito para hablar con alguien…si me iba lo iba a perder todo. El granado que mi abuelo plantó cuando yo cumplí un año sigue en el patio. Y yo siento que también eché raíces.