Sus 33 años le alcanzaron a Lucas Castillo para dejar su huella y nutrirse del sentido de pertenencia que caracteriza al whitense genuino. La 88ª entrega de IngenieroWhite.Com se enfocó en la historia de este joven integrante de la localidad y de su vínculo con las instituciones portuarias.
“Hay que ser whitense para entender el arraigo que uno tiene con este lugar. Mi familia, mis amistades y las instituciones en las que he participado están ahí. White es mi vida”, afirmó como frase de cabecera.
–¿Cómo empezó tu vínculo con la localidad y su gente?
–Empecé en el Jardín 905, la primaria completa en el Sarmiento, un año en el Belgrano y un vínculo permanente con todos mis compañeros porque hemos compartido todos esos años.
–¿Y los lugares donde has vivido?
–Primero en el Boulevard, después alquilando en Knout, Mascarello, Avenente, Rubado y con mi mamá en el Vialidad. Como sabían que soy hincha de Huracán, los vecinos del Vialidad me lo hacían saber…
–Cuando uno se presenta, ¿dice que es de Bahía o de White?
–Yo digo que soy de White. Nací en Olavarría, pero a los 20 días ya estaba en White. Muchos nos conocen por el puerto y otros por el fútbol, por las épocas doradas de Huracán y Comercial.
“Con el fútbol tengo un vínculo fuerte porque desde los 7 años formé parte de Huracán; toda la vida en el club. Hice escuelita, infantiles, menores, reserva y primera jugando de lateral/volante y, por motivos laborales, tuve que dejar. En esa categoría ’83 estaban Rodrigo Yáñez y Nicolás Delmiro, en Huracán, y Jona Bravo de Laguna y Javier Cardinal, en Comercial; se armaban picados lindos”, recordó Lucas, quien también se desempeñó como entrenador de categorías formativas en el Globo.
–Por si fuera poco, el mundo laboral también te relaciona directamente con White.
–Así es. Soy estibador portuario y trabajo para una empresa privada, donde nos dedicamos a la carga y descarga de camiones y buques de contenedores. Todo lo que se exporte por esa vía sale desde el sitio 21, que es donde amarran estos buques. Tengo horarios rotativos y uno no puede organizar mucho su vida porque depende de la llegada de los barcos. Venimos de 2016 con récords históricos para el puerto y un crecimiento en toneladas exportadas que no para de crecer.
“Por otro lado, inicié la carrera de comunicador social en la UPSO y me falta una materia para recibirme. Mi vínculo con los medios me permitió acercarme a la cultura y conocer ciertos manejos. En White hay bandas milenarias, como La Masturbanda, Jirones, ahora bajo el nombre Arrapiezo, Tándem “, amplió Castillo, con respecto a su puesta al aire en Vorterix.
–Hablando del presente de White, el 2016 fue un año muy negativo desde lo policial. ¿Se percibe ese cambio?
–De golpe y porrazo empezaron a pasar cosas como esas. Yo me iba de mi casa y dejaba la puerta abierta de forma inconciente. Me duele y al conciente colectivo de la localidad también. Cuando me enteré lo que pasó con Chiche Elisi, por ejemplo, fue un puñal al corazón porque lo conocía de toda la vida y representaba a Defensores en los torneos de Baby Fútbol. Y en mi caso personal, en una Fiesta del Camarón y el Langostino, donde se acerca muchísima gente de otros lados, me robaron la moto, aunque estoy seguro que no fue gente de White.
EL VINCULO CON LA COMUNIDAD
“De chico, fui uno de los indios en el desembarco de Colón que se celebró en White. Siempre estuve ligado a actividades, como un taller de títeres con el Museo, estudié italiano, aporté locución y el spot publicitario en los primeros carnavales”.
¿BOCA O HURACAN?
“El hincha tiene que cumplir dos funciones: ser socio del club y trabajar de algún modo, desde lo social o deportivo, por la institución. Casualmente me pasa eso con los dos: tengo una peña en Huracán y soy socio y donante voluntario de sangre de la Peña Xeneize de Bahía”.