Con más de dos décadas de atraso, el ministerio de Transporte de la Nación reglamentó en la Ley de Tránsito el uso de sillas de seguridad para niños. La normativa 32/2018 establece la obligatoriedad, en todo el territorio nacional, para que todos los menores de hasta 10 años viajen “sujetos con el Sistema de Retención Infantil homologado al efecto, en relación a su peso y tamaño”. Pero no sólo la edad es un punto a tener en cuenta, el peso y la altura también influyen la seguridad de los más chicos a la hora de viajar en auto.
Si bien el cambio normativo tiene aplicación a nivel nacional, lo cierto es que algunos distritos se le adelantaron y exigen desde hace años este requisito de seguridad hasta los 10 años o incluso hasta los 12, como es el caso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires -cuya ley habla de menores de 12 años o que midan menos de un metro y medio-. En provincia, la obligatoriedad de uso de sillas ya era hasta los 10.
Al margen de ello, hay quienes entienden que la regulación nacional no sólo llega con retraso sino con cierta falta de precisión. “Hubiese sido bueno que se complementara con la altura mínima. Así como quedó, está a medias. No está explicado lo que hay que explicar, que el problema no es la edad sino la altura y el peso” y que en el caso del booster o cojín (el dispositivo recomendado para los niños más grandes) lo importante es que “la banda pectoral (del cinturón del auto) tome siempre la zona del centro de la clavícula” del chico, ya que si queda más arriba lo puede ahorcar.
En este último ítem se indica que “los menores de diez años deben viajar sujetos al asiento trasero, con el Sistema de Retención infantil homologado al efecto,en relación a su peso y tamaño”.
Para ello existen tres tipos de sillas: el denominado huevito, utilizable de cero a quince meses; la butaca, hasta los seis años; y el booster, hasta los 10 años.
¿Qué sucede en un choque a 50 Km/h?
Según la Asociación Civil Luchemos por la Vida, en un choque a 50 km/h, “el auto se frena contra el obstáculo y los cuerpos de los ocupantes del vehículo, siguen moviéndose hacia adelante a la velocidad que el auto traía hasta ese momento, impulsados por una fuerza enorme, que equivale a 40 veces el peso de cada persona, desplegada en la desaceleración instantánea”. Y agrega: “Si no están atados, golpearán contra la parte delantera del automóvil y contra el parabrisas. Y los ocupantes de los asientos traseros, si los hubiere, serán impulsados con esa misma fuerza hacia la parte de adelante. Golpearán a los ocupantes delanteros y la parte frontal del vehículo. Más grave aún, todos pueden ser despedidos y ejectados fuera del vehículo, hacia una muerte casi segura, aumentando 6 veces las posibilidades de morir”.
Por ello, es importantísimo que los niños mayores y los adultos viajen con los cinturones de seguridad ajustados y los niños más pequeños viajen sujetos en sus sillas especiales, las que se fijan al asiento con el cinturón de seguridad del vehículo y con anclajes que traen los vehículos de fábrica.
A los más chicos, por estatura, peso y estructura ósea, los cinturones de seguridad del auto solamente, no los protegen adecuadamente.
Otro dato que aporta Luchemos por la Vida es que del total de 7.213 muertos en accidentes de tránsito en Argentina (2017), el 6% son niños menores de 9 años.
Fuente: El Cronista