Sólo el 44,1% de la población económica activa tiene un empleo pleno de derechos. Mientras que el 9,9% está abiertamente desempleado y el 18,6% cuenta con un subempleo inestable, como changas, trabajos temporarios o no remunerados, o participa en programas de empleo con contraprestación laboral. Además, el 27,2% cuenta con un empleo regular pero precario, con niveles de ingresos superiores a los de subsistencia, pero sin afiliación alguna al Sistema de Seguridad Social.
Estos datos que dan cuenta de la fragmentación y la precariedad laboral en los trabajadores urbanos es del Observatorio de la Deuda Social de la UCA ( Universidad Católica Argentina).
El Informe señala que entre 2010 y 2018, la proporción de subempleos inestables pasó de 9,7% a 18,6% de la población económicamente activa. “Este fuerte incremento, originado principalmente por las políticas contra cíclicas de generación de trabajos vinculados a un mercado interno de consumo de bajos ingresos y/o a programas de empleo fue el que compensó el comportamiento de la desocupación -disminuyó de 11,4% a 9,9%- en un contexto persistente de falta de inversión productiva y de ausencia de creación de empleo pleno”, dice el Informe.
El año pasado, agrega el Informe, hubo un relativo estancamiento del empleo pleno que se ubica en valores cercanos a los de 2010, 2012, 2015 y 2017, teniendo como correlato una muy leve disminución de la precariedad laboral y sostenidos y elevados valores del subempleo inestable y desempleo abierto.
En 2018 el 81,7% de los trabajadores del sector micro-informal tenían un empleo precario o un subempleo inestable, mientras que este empleo de baja calidad solo lo presentaron el 24,8% de los trabajadores del sector formal y el 12,6% de los del sector público. En los últimos años siguió aumentando la proporción de ocupados en el sector micro informal de la estructura productiva (actividades laborales autónomas no profesionales o llevadas a cabo en pequeñas unidades productivas de baja productividad, alta rotación y baja o nula vinculación con el mercado formal).
El Informe señala que hay una fuerte asociación entre el sector de inserción de los trabajadores y la calidad del empleo. Y de cara al futura señala que “en el mediano plazo, una consecuencia casi ineludible para el trabajador en estas condiciones es la inmovilidad ocupacional, dada la imposibilidad de acumular experiencia o desarrollar habilidades necesarias para participar del sector formal del mercado de trabajo. En el largo plazo, en la etapa de adultos mayores, es frecuente el abandono económico, la falta de una jubilación digna y la necesidad de continuar trabajando en situaciones de marginalidad social”.
Fuente: UCA y Clarín.