La noticia sobre la designación de Tomás Gerpe para ocupar el cargo de Subsecretario de Pesca de la Nación del nuevo gobierno, ha despertado en el sector una mezcla de sensaciones en las que conviven la sorpresa (y decepción para quienes han venido promoviendo otros candidatos) con la esperanza de una nueva etapa que comience a revertir de una vez por todas, la larga decadencia de una actividad donde las peores prácticas llegaron a convertirse en la “normalidad”.
Gerpe es Licenciado en Economía -egresado de la UCA en el año 2001-, registra cursos universitarios y participación en programas de emprendedores, ha trabajado como investigador Junior para la Fundación Sophia y ha sido responsable comercial de Cifideco Argentina dedicada a la comercialización de productos pesqueros y de Food Arts, empresa pesquera dedicada a la extracción y procesamiento de langostinos y calamares.
Con sus jóvenes 37 años, pertenece a una nueva generación de actores de un sector pesquero, que durante las últimas cuatro décadas ha venido conviviendo con la sobrecarga de lobistas, gestores, “abre puertas”, empresarios ricos de empresas fundidas, y un largo rol de funcionarios, dirigentes sindicales y “sobrevivientes”, con una prolongada experiencia en chapalear en el pantano, en defensa de sus propios intereses. No debe asombrar por tanto que, sin rechazar el experimentado y bien intencionado consejo y participación que estos actores de la pesca puedan aportar, se haya preferido apostar a un cambio generacional en la cabeza misma de la administración.
El principal “demérito” en el perfil de la persona designada, es su “falta de experiencia”. Curiosamente, la “larga experiencia” de otros candidatos constituye su más preocupante antecedente.
En nuestra opinión, y sin desconocer los riesgos, la opción es acertada. Si el próximo gobierno quiere cambiar, éste es el momento para hacerlo.
Desafíos
Bastante se ha hablado recientemente sobre las principales urgencias a las que se verá desafiada la nueva administración, comenzando –nada menos- que por establecer un marco que permita a las empresas superar la acuciante crisis económica que las afecta, y que condiciona seriamente sus posibilidades de seguir trabajando y exportar. Si así lo hace, seguramente se incrementará significativamente el monto de divisas a ingresar a las arcas del estado por el lado del sector pesquero.
La inactividad de la flota de buques de investigación del INIDEP durante los últimos dos años, -uno de los vergonzosos escándalos que bajo la actual administración se convirtió en “normalidad”-, será otro de los urgentes e importantes temas a resolver por las nuevas autoridades del sector. Las tripulaciones y gremios que las agrupan no han estado exentos de responsabilidad por esta indignante circunstancia, y la especie sobre la posible designación de alguno de estos actores en el equipo del nuevo subsecretario ha generado un escepticismo para nada infundado. En cualquier caso, el tema de los buques del INIDEP exigirá no solamente una rápida solución, sino una clarificación de los motivos que lo originaron.
La exigente agenda incluye muchos otros problemas graves, entre los que aparece la situación compleja de varios puertos – la de Rawson entre las más críticas-; la revisión de permisos y cuotas -de dudoso origen y ligero tratamiento- otorgados por el Consejo Federal Pesquero (CFP); o la problemática de la “milla 201”, por mencionar solo algunos.
El funcionamiento del CFP durante estos últimos años ha sido por lo menos dudoso y debe transparentarse. El Consejo no puede ser una agencia de negocios, y en este sentido, las provincias también deberían “poner sus barbas en remojo”.
La estratégica problemática de la pesca en nuestra ZEE y su área adyacente requiere una mirada cuidadosa pero decidida y seguramente interministerial, que la saque del estado de abandono en el que fue sumida durante todo el gobierno kirchnerista, más allá de las patéticas consignas efectistas de “Zamba vs Pato Donald”.
La lucha casi personal de Juan Benegas por lograr la sanción de grupos empresarios que burlaron descaradamente la legislación nacional, y la inadmisible respuesta de las autoridades – acertadamente analizada por el presidente de fis.com en un reciente artículo editorial -, es apenas una muestra del negligente tratamiento otorgado en los últimos años a este aspecto central de nuestros intereses nacionales. El expediente languidece en los escritorios de Cancillería y de la Subsecretaria de Pesca, y es de esperar que el arrullador canto de sirenas de experimentados lobistas, no lo lleve a las rocas…
Para quienes observan el futuro del sector pesquero con preocupación por el bien común, y reconocen la necesidad de reconstruir un presente con demasiadas sombras, la designación de Tomás Gerpe bien podría constituir una oportunidad. Conscientes de que el éxito de su gestión será el de todos, corresponde recibirlo con una cuota de crédito y con vocación por cooperar en la ardua tarea que tiene por delante.
Fuente: Nuestromar.