Estimaciones someras de organizaciones ecologistas señalan que entre 5 y 50 billones de fragmentos de plástico afectan por estos días los océanos alrededor del globo. Esto supone más de 260 mil toneladas de ese residuo en superficie.
La problemática es más grave aún si se considera que solamente flota una mínima parte; la mayor porción de plástico está en el fondo. Pese a conservar grandes extensiones de aguas limpias, el Mar Argentino no es ajeno a este fenómeno.
“Este año se empezó a trabajar en el tema; pero no hay un proyecto particular, la investigación está dentro del programa costero (…) Particularmente nos interesa saber qué pasa con las pesquerías”, explica la investigadora del Inidep, Rosana Di Mauro, en el inicio de la conversación que mantuvo con Pescare.com.ar.
– ¿Cuáles fueron esos primeros trabajos?
– Empezamos a hacer muestreos en la Bahía de Samborombón, un lugar que se considera de acumulación por todo lo que trae el Río de la Plata. Además, estamos haciendo muestreos oportunistas porque, como te decía, todavía no es objetivo principal de ninguna campaña. Si sale un muestreo, tenemos oportunidad de pedir agua.
– ¿La tarea es sólo sobre muestras de agua y no sobre ejemplares?
– Se trabaja en la columna de agua, en sedimento, con ejemplares juveniles, larvas de peces. También estamos viendo la posibilidad de trabajar en adultos. Sin embargo, somos sólo dos personas abordando el tema porque esto recién comienza. En principio, lo que trabajamos es lo que hay disponible en el agua.
– ¿Con qué resultados se han encontrado?
– En las muestras que tomamos en la costa de Buenos Aires encontramos en todas más de cien partículas de plástico por litro. Es un resultado que no esperábamos encontrar, por ejemplo, a casi doscientas millas de la costa; pero apareció. Todavía no se sabe bien qué es; es decir, la fuente de procedencia de ese microplástico. En el fondo también encontramos de 100, 200 a 800 partículas por litro.
– ¿Esa concentración es considerada una cantidad alta?
– Es una cantidad alta. Yo trabajé en el Golfo de Méjico y registramos uno de los valores más altos de contaminación por microplásticos y dan menores a esto. De todas maneras, falta seguir con el muestreo hacia el norte y ver qué tipo de plástico es, de dónde viene.
– Supongo por lo que me contas que no es un problema particular de la costa bonaerense…
– Ahora, en las Jornadas de Ciencias del Mar se presentaron trabajos de contenido estomacal de peces bivalvos, en Ushuaia y en todos se encontraron partículas de plásticos. Estamos encontrando abundancias similares o mayores a lo que es el alimento de los peces.
– Pensando en la industria, ¿puede esta problemática transformarse en una futura barrera sanitaria para los productos pesqueros?
– Lo que puedo decir es que todo lo que hay en el agua ya está y no se espera que el problema mejore. Si bien vos podés cortar la fuente (disminuir la contaminación), es difícil revertirlo en el corto plazo. Desde 1940 venimos produciendo plástico en masa. Todo lo que está en el agua se va a seguir partiendo. El problema, digamos, recién empieza. No hay una solución clara. Que se empiece a hablar del tema es un primer paso, es importante.
¿Hay especies más proclives que otras a ser afectadas?
– Donde estaría el plástico directamente disponible para el consumo humano es en los bivalvos porque se come entero y muchas veces se ha visto que los plásticos se traslocan en los músculos. Eso ya queda ahí. Después con los peces, el plástico puede entrar y contaminar. No hay que olvidar que también tienen pegados metales pesados o agroquímicos. Eso entra al animal, después puede salir por las heces; pero lo que absorbió queda. De esto todavía no hay ningún estudio claro, pero están saliendo un montón de trabajos por año. Para todos es una novedad. Si tenés ochocientas partículas por litro, alguna le va a entrar.
– ¿Cómo impactaría en juveniles?
– Si son larvas y juveniles eso tiene un efecto secundario que afecta el crecimiento y el desarrollo. Muchos mueren, otros desechan los plásticos y pasan, pero no sabemos qué pasa en el medio, cómo afecta al animal y cómo nos afecta a nosotros como consumidores. Los estudios experimentales dicen que en los peces aparecen efectos en la reproducción y que los hacen más vulnerables a las presas. Hay que tener en cuenta que son partículas que dan saciedad, pero no alimentan. A nivel de pesquerías son varios los interrogantes.
¿Qué actitud crees que deberían asumir las empresas frente a este nuevo escenario?
– Creo que deben apostar a la investigación y motorizar el uso más consciente de los plásticos en la sociedad. Disminuir lo que no es necesario porque todo eso que termina en el mar de alguna manera vuelve a nosotros. También sería importante que se trabaje en la disminución de los descartes de materiales que se utilizan a bordo y que pudiéramos subir a los barcos para tomar muestras porque las campañas de investigación donde podemos hacer este tipo de trabajo son pocas.
Fuente: Pescare.