El petróleo Brent, de referencia para el mercado argentino, cerró ayer en Londres a u$s71,05, con un alza del 3,48% en relación con la jornada anterior. Aunque ya otras veces durante este año la cotización superó la barrera psicológica de los u$s 70, el dato sumó más argumentos a los que dentro de YPF creen que no puede demorarse más un nuevo aumento en el valor de los combustibles al público.
Hoy se cumple una semana desde que el resto de las empresas refinadoras -Shell, Axion, Pampa- aplicaron un aumento de hasta el 4,9% en naftas y hasta el 6,5% en el gasoil, acumulando en el año un incremento cercano al 14%.
En tanto, el último aumento de YPF fue el 6 de febrero, y considerando esa suba y la aplicada el 25 de enero, la variación en sus precios ronda el 8,5%. Ya en enero, la petrolera controlada por el Estado demoró unos 10 días el aumento al público con respecto a las otras compañías, especulándose que lo hizo a sugerencia del Gobierno para que el alza impactara menos en el índice de precios al consumidor, y considerando que tiene una mayor incidencia por su participación del 55% en las ventas totales.
Sin embargo, dos semanas después, el 6 de febrero, YPF fue la que salió primero a ajustar los valores en los surtidores, lo que, según se dice, habría generado cierto malestar en el Gobierno aunque no se termine de entender la intención de poner límites luego de haber decidido la liberación del mercado.
Entre el 5 de febrero y el cierre de ayer, el precio del petróleo se encareció un 5%, y el tipo de cambio avanzó un 3,5%, a lo que se suma un aumento en los valores de compra del etanol que significa el 12% de un litro de nafta, y del biodiésel que representa el 10% de un litro de gasoil.
En los próximos días, además, se va a ajustar el impuesto a los combustibles y el gravamen al dióxido de carbono. Será luego de que el INDEC informe el índice de precios al consumidor de marzo, debido a que los montos actuales se fijaron el 1 de enero y se deben modificar por ese indicador cada tres meses.
Si el índice de marzo diera un 1,8%, el ajuste trimestral sobre los dos impuestos será del 6,1%, lo que significaría 38 centavos más para las naftas, a $6,664, y 25 centavos más para el gasoil, a $4,41 para el gasoil.
Pero el traslado al público de esas variaciones es muy dudoso. Según los representantes de las estaciones de servicio, al producirse el cambio impositivo el 1 de marzo, la carga tributaria bajó en todos los casos, salvo en el de la nafta súper YPF (esto se explica porque el impuesto era un porcentaje del precio de salida de refinería y la nafta súper de esta empresa era la de menor valor). Las cámaras de los estacioneros también sostienen que las petroleras se quedaron con la diferencia a favor.
Esto, dicho de otra forma, significa que el ajuste de los impuestos que empezaría a regir entre el lunes y martes de la semana próxima no sería motivo para un alza al público; y si lo fuera, sólo lo sería en el caso de la súper de YPF.
Así, la petrolera estatal está presionada para subir los precios en primer lugar porque no puede absorber más ventas a expensas de las competidoras, porque se vería obligada a procesar más crudo y éste tendría que comprárselo a terceros porque el propio no le alcanza. En segundo lugar, juega el alza del petróleo, el avance en el tipo de cambio y los aumentos en los biocombustibles, y por último hay que contar la modificación en los impuestos.
Fuente: Ambito