El secreto para adelgazar es consumir menos calorías de las que se gastan. No hay magia. Un completo plan de adelgazamiento deberá incluir, de este modo, una dieta balanceada acorde a las actividades diarias que realiza la persona y una rutina de ejercicio físico.
En ese sentido, y en días en que en Inglaterra rige una Ley que obliga a todos los grandes restaurantes a publicar el contenido calórico de sus platos en la carta, vuelve a estar sobre la mesa el debate acerca de si el recuento exhaustivo de calorías sirve a la hora de perder peso.
A tales fines, un reciente estudio publicado en la revista Cell Metabolism, examinó el horario en que la gente comía y concluyó que “la hora del día en la que comieron la mayor parte de sus calorías no hizo ninguna diferencia en su pérdida de peso o metabolismo”.
Cuáles son los seis mitos que los especialistas aconsejan desterrar
– Mito 1: una caloría es una caloría
Una caloría es la unidad básica de medida de la cantidad de energía en un alimento. Según el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS, por sus siglas en inglés), el hombre promedio necesita alrededor de 2.500 al día y la mujer promedio alrededor de 2.000.
Y si bien la teoría indicaría que 500 calorías de pastel tienen el mismo efecto en el peso que 500 de coliflor, en la práctica no sería así. Investigadores de la Universidad de Toronto, Canadá, concluyeron que alrededor del 20% de las calorías de las almendras pasan directamente a través de nuestro cuerpo, por lo que, en palabras del investigador principal John Sievenpiper: “Una caloría etiquetada puede no ser una caloría absorbida”.
Con él coincidió Giles Yeo, genetista molecular de la Universidad de Cambridge, Reino Unido, y autor de Why Calories Don’t Count, para quien “el conteo de calorías en las etiquetas de los alimentos hoy en día es incorrecto”. Los expertos coinciden en que no todas las calorías enumeradas en la etiqueta serán absorbidas por el cuerpo, ya que algunos alimentos emiten menos calorías que otros a medida que pasan a través del organismo, según publicó The Telegraph.
– Mito 2: el metabolismo se ralentiza con la edad
Es común oír que la cintura se ensancha con el paso de los años, sin embargo, un equipo de investigación de la Universidad de Duke, EEUU, analizó las calorías diarias promedio quemadas por 6.400 personas, con edades comprendidas entre recién nacidos y 95 años, mientras realizaban su vida diaria en todo el mundo.
Herman Pontzer fue el líder del estudio y autor de Burn: The Misunderstood Science of Metabolism, y destacó: “No podemos culpar a nuestro metabolismo por el peso que ganamos en la mediana edad”. Y agregó: “Las calorías que quemamos cada día son increíblemente estables durante toda la edad adulta, desde los 20 hasta los 60″. Es verdad que a partir de los 60 años el metabolismo se ralentiza, pero lo hace a un ritmo del 0,7% anual.
– Mito 3: todas las personas procesan las calorías de la misma manera
Pueden verse los dos extremos: personas que comen de todo sin cuidarse y mantienen su peso a lo largo del tiempo, y aquellas que se restringen en sus elecciones alimentarias y sin embargo nunca alcanzan el peso deseado.
Para echar luz sobre ese misterio, en 2019, el estudio científico de nutrición más grande en curso de su tipo, dirigido por un equipo internacional de científicos, incluidos investigadores del King’s College London, reveló que las respuestas individuales a los mismos alimentos son únicas, incluso entre gemelos idénticos.
Tras medir los niveles en sangre de marcadores como azúcar, insulina y grasa en respuesta a comidas específicas en miles de participantes en los EEUU y el Reino Unido (60% de ellos mellizos), los investigadores vieron una amplia variación en las respuestas sanguíneas a las mismas comidas, lo que sugiere que las diferencias personales en el metabolismo, donde factores como el microbioma intestinal y el ejercicio son clave para la salud integral y el peso en particular.
– Mito 4: los alimentos bajos en grasa son los mejores si se busca adelgazar
Contrario a lo que se piensa, “lo que los consumidores asumen es que cuando algo está etiquetado como bajo en grasa, será bajo en calorías, pero ese no suele ser el caso”, según explicó Alexandra Johnstone, profesora de investigación del apetito en la Universidad de Aberdeen, quien sostuvo que “el hecho de que sea bajo en grasas no significa que sea bajo en calorías, ya que ese producto alimenticio deberá contener otros macronutrientes”.
– Mito 5: contar calorías ayuda a mantener el peso
“El problema con las ‘estrategias de control de peso’, o las dietas, es que por lo general requieren que las personas ignoren las señales físicas de hambre y saciedad”. Para la investigadora principal de la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey, Charlotte Markey, “esta no es una buena estrategia a largo plazo. Esas señales están ahí por una razón: ¡para mantenernos con vida! Esto no significa que las personas deban comer cualquier cosa en cualquier momento o todo el tiempo. Pero tener hambre no es sostenible”.
De hecho, un estudio realizado por investigadores de la Universidad de California en 2010 encontró que contar calorías aumenta la hormona del estrés relacionada con el exceso de grasa abdominal. “Reducir las calorías aumenta el cortisol -explicó la líder del estudio, A. Janet Tomiyama-. Creemos que esta podría ser una de las razones por las que las personas que hacen dieta tienden a tener dificultades para mantener el peso a largo plazo”.
– Mito 6: los alimentos bajos en calorías son mejores para mantener el peso
Para quienes creen eso, la mala noticia es que los alimentos ultraprocesados pueden engordar, a pesar de que algunos se promocionan como de bajo contenido calórico.
La explicación está dada, según los científicos australianos Stephen J Simpson y David Raubenheimer en que la cantidad de proteínas en la dieta actual podría ser una de las claves de la epidemia de obesidad. Si una dieta tiene menos del 15% de proteínas, se comerán más calorías en forma de grasas y carbohidratos para compensar.
Los alimentos altamente procesados tienden a ser bajos tanto en fibra como en proteínas, y esa es la razón por la que pueden contribuir al aumento de peso.
Fuente: Infobae