Santa Julia, la bodega de Familia Zuccardi, tiene varios planes innovadores para impulsar el consumo de vino, que el año pasado vivió su peor año de la historia, al cerrar en casi 19 litros per cápita, frente a 25,6 de 2013 y muy lejos del récord de 1970, cuando se bebían 92 litros por persona.
La marca, cuyo lema es “innovación”, está por lanzar al mercado de los Estados Unidos, junto a Winesellers -su distribuidor en ese país-, sus primeros tres productos de vino en lata. Con la misma empresa, ya comercializa en ese mercado “vino tirado” a restaurantes y bares.
Pero estos desarrollos enfocados en exportación también serán lanzados al mercado argentino este año, en virtud de las fuerte repercusión local que tuvo la noticia del vino en lata, en un mercado donde el consumidor es, aún, muy tradicional a la hora de beber vino. Sin embargo, avanza en desarrollar ambas opciones para lanzarlas al público en la Argentina este año. Así, prevé también dar una mayor pelea a la cerveza, ofreciendo más opciones para tomar vino en forma individual, para impulsar el alicaído consumo de vino.
De hecho, en los últimos años y pese a la caída general del consumo, la venta de cerveza creció de la mano de nuevas propuestas en latas de diferentes tamaños y precios, apuntando a un consumo individual y con diversa variedad de sabores.
“Se está por comercializar al público en los Estados Unidos en tres presentaciones en lata: dos vinos orgánicos, un chardonnay y un malbec rosé (rosado), y otro no orgánico que llamamos “tintillo”, un bivarietal malbec bonarda, con maceración carbónica, para beber frío. Son todos vinos jóvenes (sin paso por madera), fáciles de beber”, explicó Juan Ignacio Guzmán, gerente de Marketing de Santa Julia. “En los Estados Unidos, ya se vende vino en latas. Hay un cambio de tendencia importante. Y, en ese mercado, es importante el consumo de vino orgánico”, agregó.
Las latas costarán entre u$s 4 y u$s 5 al público en los Estados Unidos. La bodega envía el vino a granel y se enlata en destino. “Aún no lo tenemos desarrollado acá. Pero estamos avanzando en ese proyecto. Como lo enlata nuestro distribuidor, no tenemos los costos previstos para lanzarlo en la Argentina. Pero tuvimos mucha repercusión con el anuncio, lo cual da cuenta que hay interés en beber vino en lata, sobre todo, entre los jóvenes, que son menos tradicionales al beber vino, no tienen tantos prejuicios. Por eso, vamos a avanzar más rápido de lo previsto. Para la Argentina, quizás, no sería un vino orgánico, aunque somos la bodega con más viñedos orgánicos del país, porque su mercado es chico, el consumidor no está dispuesto a pagar un extra por él”, explicó Guzman.
La empresa, también, vende a los Estados Unidos vino en kegs, barriles grandes en lata similares a los de la cerveza, para vender vino tirado en bares y restaurantes. “No se desperdicia el vino y se mantiene en perfectas condiciones, a diferencia del vino por copa, para el cual hay que abrir una botella”, explicó. “Estamos haciendo pruebas para lanzarlo también al mercado argentino, aunque tenemos que evaluar la incidencia del costo logístico, que es más alto que en botella”, anticipó.
El “tintillo” que se vende en lata en los Estados Unidos ya se comercializa localmente en botella; fue elaborado para beber especialmente en frío, con maceración carbónica previa a la fermentación con racimos enteros de uva, para que sea fresco y con aroma frutado.
“Santa Julia tiene como sus pilares la innovación y la sustentabilidad. Con vino tinto en frío y los desarrollos que estamos haciendo en lata y vino tirado, esperamos lograr atraer a nuevos consumidores y disputar el mercado a la cerveza“, destacó Guzmán. “Ayuda a descontracturar el consumo, apuntando al consumidor individual, que quizás no coincide con otra persona para comprar una botella entera”, explicó.
En 2003, Familia Zuccardi había sido pionera al lanzar vino blanco de alta gama con tapa a rosca (sistema Stelvin), algo que chocaba con los conservadores consumidores argentinos, habituados al tradicional descorche. De a poco, los vinos con tapa a rosca lograron instalarse en el mercado local, sobre todo para vinos blancos y, en especial, los jóvenes, sin paso por madera.
“Ya pasó con la tapa rosca. Son cambios culturales, aún hay mucha gente que no la acepta. El consumidor de vinos argentino es muy tradicional. Pero los jóvenes son mucho más abiertos y no tiene prejuicio de tomar vino en lata”, explicó.
Santa Julia, creada en 1996, también cuenta con una línea llamada “innovación”, que incluye varietales de cepas no tradicionales en la Argentina, como Carmenere (emblema de Chile), Ekigaina, Arinarnoa, Marselan (originarias todas de Burdeos, Francia), Fiano (sur de Italia) y Verdelho (Portugal).
Fuente: Cronista.