Las familias de los ocho tripulantes desaparecidos todavía siguen a la espera de que se confirme si dentro del barco pesquero se encuentran los cuerpos. Es que el tiempo, otra vez, complica el operativo del Rigel.
El barco fue hallado por un barrido sonar del buque Víctor Angelescu el 21 de junio, pero recién el domingo pasado esto pudo ser corroborado por un robot que tomó imágenes subacuáticas.
Ahora este equipo debe volver a operar para captar nuevos paneos y ver si es posible ingresar al casco para verificar si los cuerpos de los tripulantes (hay 8 desaparecidos) están en su interior.
Pero los fuertes vientos y el oleaje impidieron entre lunes y martes que opere. “El robot sólo pudo visualizar el nombre del barco (Rigel) y el puerto de asiento (Mar del Plata), pero nada más. Por ahora no pudo obtener otras precisiones.
El tiempo no acompaña y la situación para esta semana también va a ser complicada, hasta el viernes habrá ráfagas de 30 o 40 kilómetros y con esos vientos el ROV no puede bajar a esas profundidades”, dijo el titular de la Prefectura Puerto Madryn, prefecto mayor Omar Villanova.
El juez dijo que se hará “lo humanamente posible” para hallar los cuerpos de los tripulantes del Rigel.
Fuentes de Prefectura consultadas por Clarín afirman que el viernes es, en principio, sólo un parámetro. Es que en cuanto tengan una ventana de buen tiempo van a intentar volver a bajar a tomar imágenes. “No está descartado que se puede hacer antes del viernes, pero tampoco hay seguridad de que el viernes se pueda”, explicaron.
En relación a la tripulación ratificó que “sólo se pudo encontrar el cuerpo del capitán del barco pesquero. Del resto aún no hay novedades”. Y agregó: “Por lo que pude hablar con el capitán del Tango, el ROV sólo pudo hacer esa apreciación, el nombre del barco y el puerto de asiento. Nada sobre cuerpos ni balsas salvavidas”.
Entre los desaparecidos hay dos correntinos. Rodrigo Blanco tiene 30 años y hace 12 que trabaja como marino en buques pesqueros. Antes de embarcarse, vivía en Mar del Plata junto a su novia, aunque solía visitar a su familia de Empedrado dos o tres veces al año.
Por otra parte, su amigo Luciano Mieres se hizo embarcadizo a los 18 años y desde hace tres trabaja en la misma empresa que Rodrigo. Luciano todavía vivía en Empedrado. (EL LITORAL)