Al anunciar el reperfilamiento del AF20, el Gobierno endureció su postura. Apuntó contra la “especulación” y los “mercados financieros internacionales”, a los que acusó de actuar de mala fe al no aceptar sus propuestas de canje, pero desestimó que la decisión de postergar hasta fines de septiembre el pago del bono dual pueda generar “dificultades en cuanto a la capacidad de enfrentar los vencimientos de deuda en pesos”.
La interpretación de inversores y analistas, sin embargo, no corroboró esa postura. El riesgo país subió más de un 5%, para volver a acercarse a los 2000 puntos, a partir de caídas de hasta el 10% en el precio de los bonos en pesos, contagiados por una sucesión de eventos adversos (canje fallido, licitaciones desiertas y suspendidas) en las últimas semanas.
Según analistas consultados por LA NACION, si bien se evitó la opción más complicada para la economía (el default del bono AF20), hubo opciones para cumplir con el pago y ahora habrá consecuencias que afectarán el proceso de renegociación de la deuda y complicarán aún más el acceso al financiamiento en pesos para el Gobierno.
“Reperfilar genera mayor incertidumbre, no solo por la decisión individual, sino sobre todo por la sucesión de traspiés en cuanto a la postura frente a la deuda”, dice Martín Vauthier, economista jefe de Eco Go, en referencia a situaciones como el pago del BP21 de la provincia de Buenos Aires, el canje del AF20 con apenas 10% de aceptación, la fallida licitación de títulos del lunes y la suspensión de la colocación de Lebad.
“Estos eventos generan impacto negativo sobre la credibilidad del país de cara a la reestructuración de la deuda en moneda extranjera. Se empezó a negociar tarde y no se comunicó bien a los tenedores de los bonos, algo que es fundamental en cualquier esquema de administración de pasivos”, afirma el economista.
Según José Bano, gerente de Research de Invertir Online, el Gobierno podría haber optado por pagar el bono AF20, que representaba un desembolso de alrededor de $95.000 millones (un 10% de los tenedores ya habían aceptado el canje). “Una semana antes se habían colocado cerca de $85.000 millones en Lebad (letras ajustadas por Badlar), y no era un monto lejano para la caja del Estado. Incluso podía emitir, pero había herramientas para absorber ese monto por otro lado”, dice el analista, en referencia a instrumentos como Leliq o los pases.
El costo de recurrir a emisión para pagar el AF20, coincide Vauthier, habría sido un cambio en la política monetaria del Banco Central. “Eventualmente se podía retirar parte de esos pesos, pero con un sesgo más contractivo por parte del BCRA. Con eso se podía moderar el impacto sobre la brecha cambiaria y la inflación, seguías pagando los vencimientos en pesos y construyendo credibilidad, una decisión acertada del Gobierno desde diciembre”, afirma el economista.
El reperfilamiento, en cambio, tiene un efecto adverso, como lo refleja la caída de títulos de deuda en pesos, como el Boncer 2020 (-10%) y en dólares, como el Bonar 2024 (-6%), Discount 2033 (-2,8%) y el Argentina 2117 (-3,9%). “No sé qué mercado en pesos pretenden que haya después de defaultear un bono pagable en pesos como el AF20”, dice Gabriel Caamaño, de la Consultora Ledesma.
“Las condiciones de financiamiento en pesos se van a endurecer significativamente por el riesgo de no pago de otros instrumentos de deuda. El volumen se achicó y se encareció significativamente. El mercado no distingue la moneda de denominación igual que Economía”, agrega el economista.
En esa misma línea se ubica Guido Lorenzo, economista jefe de la consultora LCG. “Eso le pega al mercado en pesos. Y se complica armar la curva de deuda. Para lo que viene en cuanto a la reestructuración, lo que se ve es reticencia de los acreedores a aceptar quitas. Eso marca un precedente malo de cara a la negociación”, dice.
Más allá de las gestiones del presidente Alberto Fernández ante los líderes europeos y el FMI, las recientes experiencias de la provincia de Buenos Aires y la Nación con respecto al vencimiento de sus títulos muestran que la negociación con los acreedores por la deuda nacional, en estas condiciones, será ardua.
“Van tres meses y medio desde octubre y todavía no tenemos los lineamientos de la renegociación. Eso expone a la economía a riesgos innecesarios. Con incertidumbre sobre el programa integral, más allá de las señales fiscales positivas de diciembre (retenciones, cambio al sistema previsional), el porcentaje de refinanciación es más bajo y se empieza a hacer difícil resolver cualquier situación. En este contexto, lo mejor era pagar y que el BCRA maximizara la prudencia para minimizar el impacto en brecha e inflación, y presentar cuanto antes un plan económico”, afirma Vauthier.
Fuente: La Nación