Grill había ingresado a la Armada Argentina a los 15 años y en 1981 se había incorporado a la tripulación del Belgrano como radarista.
“El 16 de abril partimos desde Puerto Belgrano hacia Malvinas. Recuerdo que era un día muy feo. Con un mar muy complicado con viento de 100 km /h y 15 grados bajo cero de temperatura. Lloviznaba y recibimos la orden de regresar a cargar combustible a la Isla de los Estados, porque se había frustrado el ataque a la flota británica”, recordó Grill.
“Tomé el turno 15.50 en el puente de comando y a las 16.01 recibimos el impacto del primer torpedo por estribor. Ahí murieron 270 soldados, porque golpeó el sector de los dormitorios, que yo había abandonado hacía 15 minutos”.
“El golpe desplazó el buque y todos quedamos aturdidos. Nos costó unos cuantos segundos reincorporarnos y entender qué pasaba. Pero antes de poder reaccionar llegó el segundo impacto. Alcancé a ver por la ventanilla cómo la cadena del ancla volaba y caía sobre la cubierta”, describió.
“Veinte minutos después del primer torpedo, llegó la orden de abandonar el Crucero. Recuerdo que tiramos las balsas por el mismo lado por el que el Belgrano se inclinaba. Parecía que se nos venía encima. Pero fue muy noble con nosotros. Porque estaba preparado para hundirse en cinco horas y se hundió en 51 minutos. Lo vi hundirse a unos 100 metros y no nos succionó”.
Ese primer recuerdo fue sólo el comienzo de una supervivencia tortuosa, que iba a durar más de 36 horas.
“Fue muy difícil aguantar. El agua tenía 4 grados y la noche del domingo la temperatura fue de 18 grados bajo cero. Había olas de 10 o 12 metros y el agua entraba a baldazos a la balsa porque no habíamos podido cerrarla”, contó.
“Nos calentábamos el cuerpo con orina y vómito dentro de bolsitas, para no congelarnos”.
“Nos rescataron el martes. El miércoles mi mamá se enteró que estaba vivo. Nos dieron una licencia y recuerdo que me bajé en Punta Alta de un colectivo de La Acción y mi primera imagen fue a la gente en un bar mirando un partido de fútbol del Mundial 82. Sentí una impotencia tremenda”, manifestó.
Ese fue el inicio de una etapa durísima para los ex combatientes y los 500 suicidios de veteranos de la guerra lo confirman.
“Nunca más volvimos a encajar con la gente de nuestra generación. A los 19 años parecíamos loquitos. Porque la vida nos empezó a pasar por otro lado. Tuvimos una postguerra muy dura en sus inicios. No fue fácil acomodar todo esa estructura de nuevo”, reflexionó al detallar los primeros años después de la gesta.
“Todavía hoy me cuesta mucho sobrellevar esta fecha”, concluyó Grill entre lágrimas.
Fuente: Gentileza: La Brújula 24.