Con la firma de Jorge Remes Lenicov, el boletín 19 del Observatorio de la Economía Mundial que publica la Escuela de Economía y Negocios de la Universidad Nacional de San Martín analiza la evolución de las economías de China y Brasil, que junto con India y Rusia son los países emergentes más grandes y conforman el BRIC, y las relaciones comerciales con Argentina, de cuyas exportaciones Brasil es el primer destino y China el tercero, después de la Unión Europea (UE).
En lo que va del siglo, las ventas a Brasil crecieron 113 % mientras que las destinadas a China lo hicieron en 528 %, observándose en ambos casos un amesetamiento desde 2010.
Con ambos países el balance es estructuralmente deficitario, aunque el mayor y creciente desequilibrio es con China.
Pero la diferencia más importante se encuentra en la composición del comercio: con Brasil el 90 % de las exportaciones e importaciones son manufacturas, donde la industria automotriz con su comercio compensado ocupa un lugar relevante.
Con China el comercio es asimétrico: el 72 % de las exportaciones son materias primas sin elaboración (básicamente soja y derivados) mientras que prácticamente la totalidad de las importaciones son productos manufacturados.
La asimetría también se observa en lo que significa Argentina para estos países: para Brasil las importaciones desde Argentina representan el 6 % del total, igual que las exportaciones hacia la Argentina.
Para China lo que importa desde Argentina representa solo 0,3 % y las exportaciones hacia nuestro país el 0,5 %.
Para Argentina, la exportación a Brasil representa algo más del 20 % y alrededor del 7 % en el caso de China. Las inversiones de Brasil en Argentina fueron de 1.160 millones de dólares en 2011 pero han decrecido desde entonces: en 2013 fueron de 450 millones de dólares.
Para Brasil, la IED en Argentina pasó de representar el 5 % del total en 2011 a 2,4 % en 2013. En cuanto a las inversiones de China, en 2011 ingresaron 2.450 millones de dólares y en 2013 cayeron a solo 120 millones de dólares.
Las relaciones entre China y América Latina
En los últimos quince años, China ha pasado de ser un socio económico menor para AL a convertirse en un actor central del comercio exterior de la región.
El comercio bilateral entre 2000 y 2013 se multiplicó por 22, mientras que el comercio de AL con el mundo solo se triplicó.
China ya es el segundo principal origen de las importaciones de la región, y el tercer principal destino de las exportaciones. Las exportaciones de AL a China han aumentado fuertemente desde 2000 pero en 2012 se han desacelerado debido a que, si bien los volúmenes se mantuvieron estables, se produjo una caída de los precios de los productos básicos.
En 2014, el valor del comercio de bienes se redujo en un 2 % con respecto a 2013, registrando su primera caída desde 2000.
Más del 50 % de las exportaciones latinoamericanas a China se concentran en sectores relacionados con el cobre, el hierro y la soja y la mayoría de esas exportaciones provienen de Argentina, Brasil y Chile. Las exportaciones chinas a AL son en su mayoría manufacturas, principalmente electrónica y vehículos. AL, a excepción de Brasil, Venezuela y Chile, mantiene un persistente y creciente déficit.
En 2013, el 73 % de las exportaciones a China fueron productos primarios y el 21 % manufacturas basadas en recursos naturales. Lo contrario sucedió con las importaciones: el 91% fueron manufacturas con distintos niveles de tecnología.
Para su crecimiento, China necesita de recursos naturales que no tiene, y ello lo cambia por manufacturas que son cada vez más sofisticadas y competitivas.
La dependencia de la economía latinoamericana de China es importante. Según CEPAL, por cada 1 % que crece el PIB en el país asiático, crece 0,4 % el de la región; por cada 10 % que crece China, aumentan las exportaciones de AL a ese país en 25 %.
Uno de los problemas más serios es la asimetría comercial (agro vs. industria) a lo cual hay que sumar que para algunos países (México y Brasil) China se convierte en un competidor relevante dentro de la región cuando se trata de bienes industriales.
La IED china en AL aumentó levemente pero sigue representando un porcentaje bajo de la IED total. Los flujos anuales rondan los 10.000 millones de dólares y en 2012 representaron 5,3 % de la IED total recibida en AL2.
Casi el 90 % de la IED china se dirigió a los recursos naturales, básicamente minerales e hidrocarburos.
En la extracción de petróleo y gas, China se encuentra entre los mayores inversionistas extranjeros en Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela.
En la minería, China concentró sus inversiones en Perú, y en menor medida, en Brasil.
Por otro lado, Chile y México, no constituyen aún destinos importantes para las inversiones chinas.
La coyuntura en Brasil y China
Segunda economía del mundo, China creció 145 % en lo que va del siglo, pero en los últimos años se ha desacelerado. El gobierno plantea una nueva estrategia de crecimiento basada en el consumo, la innovación y mejoras productivas. Mientras Brasil, la séptima economía del mundo, está atravesando serios problemas tanto a corto como a largo plazo. Se estima que en 2015 su economía caerá un 1 %.
China con 1.368 millones de habitantes es la 2º economía del mundo y Brasil, con 203 millones es la Nº 7. Su ingreso per cápita es de 7.589 dólares y de 11.604 respectivamente. Téngase en cuenta que el correspondiente a los países desarrollados (PD) es de 43.040 dólares, lo cual indica el potencial teórico de crecimiento que tienen hacia el futuro.
Por su tamaño, junto a India y Rusia (BRIC), son los más grandes países emergentes, y por su rápido crecimiento se proyectó que se convertirían en los motores de la economía mundial.
Esto sucedió en el caso de China e India mientras que el comportamiento de Rusia y Brasil estuvo por debajo de aquellas expectativas. Considerando solo el caso de los países que nos ocupa, entre 2000 y 2014, China creció 145 % (9,8 % anual) mientras que Brasil se expandió 50 % (3,2 % anual). En los últimos tres años ambas economías registraron una desaceleración, pero en el caso de China fue al 7,7 % anual mientras que Brasil se redujo al 1,5 %.
La economía de Brasil tiene serios problemas, tanto en el corto plazo (recesión y desbalances internos) como en el largo plazo (muy bajo crecimiento de la productividad, falta de inversión en infraestructura y ausencia de cambios estructurales).
Las cuestiones de la coyuntura Recesión: durante los últimos 25 años el PIB ha oscilado entre el crecimiento y la recesión junto con períodos de muy alta y baja inflación.
El mejor momento fue, como para toda América Latina (AL), entre 2002 y 2008, con un crecimiento anual del 4,8 % combinado con baja inflación (alrededor de 6 % entre 2004 y 2008). Los excelentes precios internacionales del hierro, el petróleo, el azúcar y la soja ayudaron mucho aunque Brasil terminó primarizando sus exportaciones.
Después de la Gran Recesión comenzó a declinar y en los últimos 3 años (2012- 14) creció muy poco terminando 2014 en estancamiento (0,1 %). El FMI estima que en 2015 caerá 1 % (según el gobierno – 1,2 %) y en 2016 apenas crecerá 1,0 %. Aumento de la inflación: gradualmente fue ascendiendo y actualmente es del 8,1 % anual, la más alta desde 2003.
Crecimiento de la deuda privada y altas tasas de interés: pasó de 31,7 % del PIB en 2000 a 70,7 % en 2013. La deuda de las familias equivale al 46 % del ingreso disponible (es más alto que en Italia y Japón) y la tasa de interés de los créditos al consumo es muy alta: 27 % anual.
Como la tasa de interés real de los bancos privados también es elevada, las empresas más grandes fueron al exterior para tomar deuda, más barata y asegurada por la estabilidad cambiaria.
Por eso es que en los últimos 5 años la deuda en dólares pasó de 100 a 250.000 millones. Ante la devaluación del real el gobierno ofrece un seguro de cambio, aunque es muy costoso (38.000 millones de reales solo en el segundo semestre) y ello atenta contra el ajuste fiscal y perjudica a las otras empresas que debieron asumir tasas de interés interna muy superiores.
En una economía estancada y con una política monetaria que para contener la inflación no reduce las tasas de interés, crea un escenario complejo para la recuperación. Déficit en la cuenta corriente: comenzó a crecer desde 2008 y actualmente es del 3,9 % del PIB.
Devaluación del real. Desde 2003 y hasta 2012 el real se mantuvo revaluado debido al fuerte aumento del precio de las commodities exportadas y al ingreso de inversiones externas directas y financieras. Esto se tradujo en un fuerte aumento de las reservas que de menos de 50.000 millones de dólares en 2005 pasaron a 375.000 millones en 2012 para estabilizarse en ese nivel.
Pero la situación no era sostenible desde el punto de vista de la economía real, el fortalecimiento del dólar y el menor ingreso de capitales llevaron a devaluar la moneda. Fue del 41 % entre julio de 2014 y junio de 2015 (pasó de 2,2 a 3,1 reales por dólar). Aumento del gasto público y del déficit fiscal y muy alta presión tributaria: durante el período 2002-11 tuvieron superávit primario, pero posteriormente se revirtió dando por resultado un déficit de 6,2 % del PIB.
El muy bajo crecimiento y la mayor inflación explican el aumento de los subsidios (alimentos, combustibles, transporte y bancos, que equivalen a 4 % del PIB) y la desaceleración de la recaudación.
La deuda pública equivale al 65 % del PIB, es la más alta de la región y de los BRIC. En 2014 se gastó 6 % del PIB para hacer frente a su pago lo cual explica el objetivo de volver a tener superávit fiscal primario.
Salarios reales: han crecido durante la última década a una tasa del 3,4 % anual, pero en el último año por primera vez decrecieron (3 %).
Modelo agotado: por los resultados observados, el modelo aplicado en lo que va del siglo no ha sido sustentable. Como ocurriera con otros países de AL, el período más favorable en décadas del contexto internacional que permitieron crecer rápidamente entre 2002 y 2008 no fue aprovechado para tener una macroeconomía sustentable y emprender las necesarias reformas para crecer en el largo plazo.
Lineamientos de política: a fines de 2014 Dilma Rousseff fue reelegida y propuso un cambio de política para recuperar el crecimiento y ratificar su liderazgo en la región. Para ello definió dos prioridades: la corrección de las cuentas públicas (y su alineación con las políticas monetaria y cambiaria), y la generación de un ambiente atractivo para la inversión. En consonancia con ello se propone reducir la inflación a 6,5 % en este año y 4,5 % en 2016, tener equilibrio fiscal primario en 2015 (-0,6 % en 2014), superávit primario de 1,2 % en 2016 y de 2 % en 2017.
Además, se espera reducir la deuda pública, sostener el actual nivel real de la moneda para ganar competitividad, mantener altas las tasas de interés para derrotar a la inflación (la aumentaron de 12,75 % a 13,25 %, su nivel más alto en los últimos 6 años) y continuar con los subsidios a las tasas de interés de los bancos estatales: la tasa de los bancos privados es 16 % mientras que la del BNDES (Banco de Desarrollo de Brasil) es de 5,5 % (téngase en cuenta que los bancos estatales otorgan el 55 % de los créditos). En mayo se decidió hacer un fuerte ajuste de unos 22.000 millones de dólares en las cuentas públicas; el recorte afecta a todas las áreas, incluida la educación y la salud, y solo se excluye el programa Bolsa Familia. Planean volver al nivel de gasto público de 2013, antes del aumento debido a las elecciones de 2014. Es el mayor ajuste desde que el Partido de los Trabajadores llegó al poder, hace más de 12 años. Además, el Gobierno, que ya aumentó la nafta y la electricidad, envió al Congreso más iniciativas recaudadoras; una de ellas consiste en subir las alícuotas sobre los beneficios de los bancos, que se elevan del 15 % al 20 %.
En junio se anunció un ambicioso programa para la construcción y renovación de ferrocarriles, rutas, puertos y aeropuertos por unos 64.000 millones de dólares. Se realizará con inversión privada y el objetivo es modernizar la infraestructura, generar empleo y ayudar a reactivar la alicaída economía.
El anuncio se da luego de que China confirmara inversiones por más de US$ 50.000 millones.
Del total de inversiones contempladas, 27.870 millones de dólares serán destinados a vías férreas; 21.322 millones, a construir y mejorar carreteras; 12.064 millones, a terminales portuarias, y 2.740, a aeropuertos.
Estas nuevas inversiones estarán divididas en dos etapas: una de 22.330 millones hasta 2018, y otra por 41.666 millones a partir de 2019. La primera fase del plan había sido lanzada en 2012, pero hasta el momento apenas un cuarto de los proyectos se hicieron realidad, por lo que el nuevo anuncio fue recibido con una mezcla de cautela y cierto escepticismo, máxime que el gobierno se encuentra debilitado por las luchas de poder con sus principales socios en la coalición gobernante, y jaqueado por el escándalo de corrupción en Petrobras, que paralizó numerosas obras en todo el país.
Problemas para el largo plazo
Además de lo comentado sobre la macroeconomía subyacen problemas o debilidades de carácter estructural que traban el crecimiento sostenible. Ellos son: Bajo crecimiento de la productividad: fue de menos de 2 % en los últimos 5 años (2009-14); en China fue de 9 % anual. Este es un serio problema, al cual se suma que los salarios en los últimos 10 años crecieron más que el PIB y la productividad, sobre todo los del sector público. Inversión escasa: en la última década estuvo por debajo del 20 %, cuando la tasa media en los países en desarrollo (PED) supera el 30 %.
Además, la inversión a fines de 2013 comenzó a decaer; para 2015 se espera una nueva caída.
Como contrapartida, el ahorro interno también es muy bajo, y si bien reciben fuertes inversiones desde el exterior, la suma es insuficiente. Infraestructura limitada.
Hay importantes atrasos, motivo por el cual el lanzamiento del programa antes comentado. Como ejemplo, la relación entre el valor del stock en infraestructura y el PBI en Brasil es de menos del 20 %, cuando en Italia es mayor al 75 %. Enorme peso de la seguridad social.
El sistema no está bien diseñado y es excesivamente generoso con los sectores más ricos de la población.
A punto tal que Brasil gasta 10 % del PIB en la seguridad social, más que países envejecidos como Alemania, a pesar de contar todavía con el bono demográfico. Educación deficiente y tecnología. Si bien hubo avances en las universidades (Brasil tiene cinco entre las diez mejores de AL pero solo una entre las cien mejores del mundo), en la educación primaria y secundaria adolecen de muchos problemas, por eso es que en las pruebas PISA están debajo de Chile y México. La inversión en ciencia y tecnología ha crecido y llega al 1,2 % del PIB (en los PD grandes es de 2,4 %).
Desindustrialización y amenaza de primarización
Brasil cuenta con el mayor aparato industrial de AL pero en lo que va del siglo ha ido cediendo posiciones por la pérdida de competitividad y el fortalecimiento del real.
El fuerte aumento de los precios internacionales de los productos básicos donde Brasil tiene un enorme potencial aceleró dicho proceso y la primarización de las exportaciones es prueba de ello.
Ambiente para las empresas
Brasil tiene solo 7 empresas entre las 500 más grandes, en términos relativos menos que su población y participación en el PIB mundial (3 %).
Las empresas señalan que hay problemas: mucha burocracia, reglas impositivas complejas, infraestructura deteriorada e insuficiente, y falta de mano de obra calificada.
Una mediana empresa destina 2.600 horas en completar los formularios impositivos, en México 330 horas.