El testimonio de Sequíe Laman, la modista más antigua de nuestra localidad, fue la nota central que abrió la semana y le dio un toque especial a la 196ª entrega de IngenieroWhite.Com, emitido por La Brújula 24.
“Tengo 94 años y voy para 95 en diciembre. Le agradezco a Dios por la fuerza y la lucidez que me ha dado. Hay que remontarse a 1939, desde que comencé con la costura, hasta el día de hoy estando presente en todas las mujeres de White. He cosido muchísimo durante toda mi vida”, reconoció Sequíe.
–¿Cómo fueron esos primeros pasos a fines de la década del ’30?
–Me casé cuando tenía 15 años y en ese tiempo aprendí todo lo relacionado al corte. Al poquito tiempo me largué a coser por mi cuenta, paré en el ’40 porque nació mi hijo y en el ’41 retomé con todo. Empecé con mis vecinas y amigas y, de a poco, se iban acercando más y más clientes porque se iban conformes con mi trabajo.
“Yo estaba instalada de Siches 3863 y llegué a tener una academia de costura, con 30 alumnas aprendiendo y turnos particulares. Es decir que toda mi vida se trató de cortar, coser y enseñar. Llegaba al punto de no dormir en las noches para seguir cosiendo. Y recibía trabajos de gente no solamente de White, sino que de distintos puntos de Bahía y hasta de Punta Alta”, remarcó.
–¿Cuál fue su primera máquina de coser y cuánto tiempo le llevaba hacer un vestido de novia en aquellos tiempos?
–La Singer fue la primera y la última. Sigo teniéndola y cosiendo a pedal. Como mínimo, tiene 140 años. Con respecto a los vestidos, dependía de los modelos, las aplicaciones, los encajes y esas cosas; podía terminarlos en una semana o llegar a estar un mes trabajando en eso. Siempre ponía algún detalle mío para que quedaran más lindos y realmente salían un vestidos divinos.
“Incluso, organicé eventos y desfiles en la Coppel, en la Iglesia, en la Sociedad Italiana y hasta en el Club Argentino de Bahía”, destacó.
–¿Y el último vestido que le tocó hacer?
–El último fue hace casi 20 años, a la chica de Cursio. Como después se enfermó mi esposo y yo ya no podía trabajar como antes, dejé de hacer vestidos. Durante mi vida he cosido a más no poder y recibía clientas de todo tipo, al punto de llegar a tener dos novias por día. Era otro White, terrible.
“Si es cierto que cuando nos vamos de esta vida volvemos con el tiempo, yo quisiera pedirle a Dios que me mande otra vez a hacer lo que hice. Me gustaría vivir lo mismo porque lo siento así, con casi 95 años de vida”, deseó emocionada Sequíe, quien desde su casa de Sisco al 3500 nos demostró que todavía tiene mucho hilo en el carretel.