Prende funciona en las dos salas del Castillo que recuperamos hace ya siete años, pero además en casa de Yesi, en la Sociedad de Fomento del Bulevar, en el invernadero que volvemos a levantar cada vez que sopla la sudestada.
Prende ocurre incluso bajo tierra. Es lo que no sale en la foto, lo que hace falta aunque no luce, lo que se escurre entre los caracteres contados de esta publicación. Prende es el laburo de la lombriz. Su voluntad ciega para cavar túneles en la negra coyuntura, para activar, a prueba y error, una memoria de las prácticas de arraigo. ¿Arraigo a qué? A esa “esperanza sin optimismo” de quienes siembran mundos mejores ahí donde las cosas siempre pueden ir peor.
Gracias a Gabriela Cabezas, del Área de Nutrición del Centro de Salud “Leonor Capelli”, a Belén Giacotto y Silvina Bracamonte, ingenieras del INTA y del Programa ProHuerta, a Pablo García y los productores hortícolas del Sauce Chico, a Eva Lasala, Celina Diotto, Maria del Carmen Aguilar, Alejandro Ribet y Javier Quintana, docentes del Centro de Educación Agraria N° 18, a Antonella Viola, de Pampa Energía, a Flor Fiorini, de Espacio Magenta, y a Graciela Franco y Tita Albornoz, de la Sociedad de Fomento del Bule.