El aumento de costos en el transporte marítimo se disparó en los últimos meses tras el parate que tuvo el comercio mundial en la primera ola de la pandemia de coronavirus, a causa de la alta demanda existente por la recuperación económica y la falta de disponibilidad de bodegas.
Esta situación afecta especialmente a América Latina y África en lo que respecta a las exportaciones estacionales o agrícolas y en el caso particular de la Argentina y demás países de la región el envío de un container a Asia puede rondar en la actualidad alrededor de 8.000 dólares contra un promedio de entre 1.500 y 2.000 dólares de la etapa previa.
A esto se sumó en las últimas semanas el cierre de una terminal en Ningbo-Zhoushan (China), el tercer puerto de contenedores con más movimiento en el mundo, que agravó aún más las cosas; junto con una congestión de las rutas marítimas que está poniendo en riesgo el suministro de insumos en todo el mundo, en un momento en el que la demanda de bienes de consumo está floreciendo.
Según un informe del diario británico Financial Times, unos 350 barcos portacontenedores, con capacidad para transportar casi 2,4 millones de unidades de container, esperan turno para carga o descarga en puertos de todo el mundo.
La diferencia en los precios esta determinada también por el volumen que explica cada mercado. A modo de ejemplo, el costo de transportar en barco un contenedor, según el índice de Shanghái (SCFI), ronda los 2.900 dólares para los contenedores de veinte pies (TEUS), casi un 200% más que los 1.000 dólares que costaba el flete marítimo a comienzos del corriente año.
En el caso de nuestra región, según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario, “antes de la pandemia, enviar un contenedor de Asia a América Latina y viceversa costaba un promedio de 2.000 dólares y a veces hasta 1.500 dólares, pero actualmente es casi imposible conseguir un flete marítimo con esa ruta a menos de 8.000 dólares”.
Si bien el precio del transporte marítimo subió en todo el mundo, América Latina y África fueron las regiones más castigadas, especialmente en lo relativo a proyectos estacionales o agrícolas (Télam).