El fuerte impacto de los combustibles en el bolsillo de los consumidores tuvo su consecuencia y muchos buscaron refugiarse en una alternativa más económica: el GNC. Tanto es así que desde la Cámara que nuclea a los expendedores aseguran que en el último año crecieron casi 70% las conversiones de autos que se pasaron de nafta a gas.
“Hace meses que está pasando. Los picos mínimos de conversión a nivel país fueron a mediados del año pasado. Después empezó a subir desde unos 6.000 por mes promedio, a 8.500 a fin de año. En 2018 ya estamos en 10.000 conversiones por mes”, cuenta a ámbito.com el vicepresidente de la Cámara de Expendedores de GNC, Pedro González.
El registro, sin embargo, sigue lejos de las 17.000 conversiones mensuales que se producían tras la devaluación de 2002, cuando el “boom” se produjo porque el precio de las naftas se duplicó de un día para el otro. Esa diferencia en la progresiva evolución del dólar y su impacto en el precio del surtidor -componente clave en la estructura de costos de las petroleras- explica por qué no se volvió todavía a esos niveles.
Datos oficiales indican que en el país hay 1,7 millón de autos con GNC. Pero para González ese número está subestimado. Es que se basa en la cantidad de obleas que se renuevan anualmente, y lo que ocurre muchas veces, según el directivo, es que existen casos en que los automovilistas no cumplen con ese trámite pero se les sigue vendiendo gas.
“No es época récord, pero es buena para el GNC. Y tiene que ver con la disparidad de precios, que va a seguir aumentando”, asegura González. “A diferencia de las naftas -sigue- el gas tiene un precio mucho más anclado, tuvimos ajustes en abril y octubre. Estamos en una escala que va a terminar en 2019. Estamos supeditados al valor del dólar, pero firmamos contratos en pesos hasta abril de 2019 y eso da previsibilidad. Nunca se van a incrementar demasiado, variará entre $ 0,5 y $1”. Pero aclara que “las productoras de gas están aumentando sus costos en dólares y nos están pasando la pelota para ver si ajustamos los contratos”.
Antes de los primeros aumentos del gas, en los ajustes iniciales de tarifas que implementó el gobierno de Mauricio Macri, las conversiones estaban por encima de los niveles actuales con meses de hasta 12.000 cambios. En ese entonces, la diferencia entre el GNC y la nafta estaba en menos de un tercio. Pero todo cambió a partir de abril de 2016. Al achicarse la brecha, los líquidos volvieron a ganar terreno.
Un cálculo promedio arroja que un vehículo con gas consume entre $ 1 y $ 1,5 por kilómetro. Dependiendo del motor y el modo de uso, un naftero necesita entre 6 y 8 litros cada 100 kilómetros. Es decir, con menos de la mitad de gasto se recorre la misma cantidad de superficie.
González considera que “las expectativas con respecto al sector son buenas ahora, y muy buenas de cara al mediano plazo” y confía que “va a llegar un momento en el que el GNC vuelva a ser la estrella. Pero advierte que “para las estaciones de servicios es un aspecto negativo” porque “más allá de sostener el mercado por precio más competitivo, están cerrando porque no pueden sostener los costos”.
En el mundo, el uso del GNC crece por cuestiones ecológicas. Por caso, países como Alemania y España promueven su uso con beneficios impositivos y descuentos en peajes. Incluso hay autos que salen de fábrica con ese modo de propulsión. “Tienen claro que el híbrido es el futuro, pero no el presente, y por eso impulsan el uso de gas”, cuenta González. En cambio, en la Argentina el único incentivo para la conversión es el precio. Y en la medida que las naftas sigan aumentando, tal parece, cuidar el bolsillo prevalecerá por sobre cuidar el ambiente.
Fuente: Ambito