Así y todo, las apuestas a un dólar “estable” por un tiempo más con vistas a las PASO parecen continuar en su pulseada con la tasa de interés. Los datos del BCRA así lo muestran: en la primera quincena de febrero los plazos fijos crecen a un ritmo mensual del 6,7% nominal, si bien es inferior al 9,3% de enero, en términos interanuales es superior ya que lo hacen al 76% versus el 67% del mes pasado. De modo que en lo que va del año los plazos fijos privados en pesos (no ajustables) acusan un incremento de más de $136.000 millones en el stock total que hoy asciende a 1.120.000 millones. Incluso en los últimos días hasta los plazos fijos en pesos ajustables revivieron, en forma moderada, ante la expectativa de que la inflación sigue vivita y coleando.
Para tener una dimensión de lo que representa vale señalar que el aumento de los plazos fijos privados en pesos no ajustables en lo que va del 2019 equivale a u$s3.400 millones mientras el stock total a más de u$s27.000 millones (algo similar al 42% de las reservas del BCRA).
Además si a esto se le suma el embrollo de las Leliq, al que muchos subestiman, se tiene que los bancos han posicionado liquidez con fines especulativos por el equivalente al 75% del stock existente, según estimaciones privadas. O sea, del casi billón de pesos en Leliq (en lo que va del año creció en más de $222.000 millones), los bancos solo tendrían unos $250.000 millones en concepto de encajes, el resto, sería demanda potencial de dólares, al igual que los plazos fijos de los ahorristas.
Por ello, como confío a fines del mes pasado a este diario una alta fuente del BCRA (y como se anticipó en la sección Lo que se dice en las mesas) lo que más le inquietaba al directorio del ente era el posicionamiento extranjero en activos en pesos y de ahí surgió semanas atrás la restricción impuesta a los bancos en su tenencia de Leliq. Sin embargo, como advierten en el mercado, quizás no sea suficiente, para desalentar el “carry trade”. De ahí que todos miran la “negociación” entre Hacienda y el FMI en cuánto a flexibilizar la venta de divisas por parte del Tesoro, con el objetivo de enfrentar el clásico movimiento de huida del peso (caída de la demanda de dinero) en momentos electorales, más aún, con el nivel de incertidumbre imperante.
Al respecto cabe destacar que si bien el BCRA cumple a rajatabla la meta pactada con el FMI de crecimiento cero de la base monetaria, la política monetaria no es del todo lo contractiva que se cree ya que cierto es que el ente está sobrecumpliendo la meta, los agregados monetarios más amplios están creciendo a una velocidad solo compatible con tasas de inflación anuales de más del 30%. Está claro que el crecimiento de los plazos fijos hace que el agregado M3 crezca al 30% mientras el M1 al 8% y el M2 al 10%. ¿Qué pasará con la demanda de dinero? Es sin duda un gran interrogante.
Fuente: Ambito