Es solo salir a la calle y los ejemplos se suceden unos tras otros: gente sentada en el subte sumergida en sus celulares, incapaces de advertir que hay un anciano de pie; grupos de jóvenes sin interactuar entre ellos, abstraídos en sus móviles; un padre o una madre empujando el cochecito que, por prestar atención al dispositivo, no tienen contacto con el bebé, o peor: ni siquiera advierten que los está necesitando.
Los ejemplos anteriores son muy frecuentes y aluden a un fenómeno llamado phubbing o ningufoneo.
Surge del neologismo que combina “phone” (teléfono) y “snubbing” (desdeñar, desairar) e indica el acto de ignorar a la persona que se tiene en frente por mirar la pantalla de un dispositivo. El término no es tan conocido como la acción, que años atrás podría haberse visto como una falta de respeto y hoy parece incorporada a la cotidianeidad.
Alexis Alderete (MP 85367), licenciado en psicología, especialista en trastornos de ansiedad y entrenamiento en habilidades, (Fundación Foro), posgrado en Sexología Clínica, afirmó a Infobae: “Entendemos el phubbing como el acto de ignorar a una o varias personas que están físicamente cerca nuestro, ya sea en una cita, en una conversación con amigos o en una reunión de trabajo, para prestar atención al celular u a otro dispositivo electrónico. Dicha acción nos invita a reflexionar que la tecnología ha penetrado en nuestras actividades más íntimas y cotidianas, alejándonos de las personas que apreciamos”.
Y agregó que dichos dispositivos y las redes sociales a las cuales accedemos nos dan una gran cantidad de información al instante, lo que nos va distrayendo constantemente: “Nos hace adictos a estar conectados y a querer estar al tanto de lo que ocurre en las redes, todo esto en detrimento de la verdadera relación que podríamos tener con la persona que está frente nuestro, y de poder interactuar cara a cara con ella”.
Por su parte, Claudia Bregman, psicoterapeuta y supervisora, miembro de la Comisión Directiva de la Fundación Aiglé, señaló: “Sin ninguna duda el celular ha cambiado la forma en que vivimos. Si bien nos brinda muchísimos beneficios, como el fácil acceso a la comunicación y nos permiten conectarnos con amigos y familiares durante todo el día y en cualquier lugar, al mismo tiempo tiene una contracara que se observa muy frecuentemente, y es el uso del teléfono celular durante el encuentro con familiares, amigos o en una conversación. A esto es lo que se llama phubbing, el acto de ignorar al compañero para prestar atención al celular. Esta es una consecuencia directa del uso problemático de los celulares. Cuando digo uso problemático quiero decir uso excesivo, a veces hasta llegar a lo adictivo”.
Los riesgos de esta conducta
El phubbing, semejante a otro tipo de adicciones como la ludopatía (adicción al juego), también se relaciona a otro fenómeno que es el del FOMO (Fear of missing out, o miedo de perderse algo en las redes sociales). El deseo de chequear, responder, jugar, genera una ansiedad y, al no ser correspondido inmediatamente, angustia.
Por otro lado, el licenciado Alderete comentó que el efecto negativo del phubbing se ve en las relaciones interpersonales, donde se crea una sensación de desinterés y falta de respeto hacia la otra persona. “Aunque quien está afectado no quiera o pueda manifestar su disconformidad, ya se pierde la conexión emocional con la otra persona. Puede interferir en la construcción de relaciones sólidas y significativas”, destacó.
Bregman consideró que “debido a la capacidad de llamar la atención de nuestros teléfonos inteligentes, el phubbing se ha convertido en la nueva norma, es decir privilegiar al celular sobre cualquier situación que se esté desarrollando alrededor. Esta actitud origina una falta de atención que desemboca en un acto descortés hacia quienes están presentes. Las investigaciones han demostrado que cuanto más nos “phubean”, más probable será que “phubeemos” a otros. Es decir se establece un círculo vicioso, donde el desaire se hace normal”, remarcó.
La psicoterapeuta completó: “Esta forma de proceder, nos acerca a quienes están lejos, pero uno de sus peligros es que nos aleja de quienes tenemos más cerca. Esta actitud puede estar deteriorando nuestra comunicación cara a caray, sin duda, el phubbing muchas veces afecta las relaciones. Hay estudios muy interesantes que muestran cómo esto compromete las relaciones entre padres e hijos, en las parejas, con los amigos y también en los ámbitos educativos.
Además, señaló Bregman, el phubbing “reduce la calidad de las interacciones sociales entre las personas dado que puede ser interpretado como una falta de respeto”.
Otros de sus efectos negativos son:
– Causa que las relaciones sociales sean cada vez más superficiales.Aunque la tecnología tiene un aspecto positivo, en las relaciones interpersonales se necesita el contacto humano, la cercanía y sentir a la persona para comunicarnos plenamente.
– Produce falta de confianza. Si la persona presta más atención al celular que a su interlocutor, la confianza decrece. Y en el caso de la relación con los hijos, si no se trabajan las relaciones y se abusa de los celulares, la confianza será nula, con sus correspondientes consecuencias.
Cómo ponerlo bajo control
Desde los tiempos prehistóricos los seres humanos se reúnen en la mesa a compartir la comida y conversar. Esta ha sido una de las actividades humanas que más han fortalecido la confianza y la cohesión entre los miembros de la familia o de la tribu.
Sin embargo, la presencia del celular, aunque esté silenciado, resulta una tentación a la que es difícil resistirse. “¿Tendré un mensaje?” o “¿A ver qué pasa en Instagram?”. Es solo tomarlo y abstraerse de todo lo demás, lo que muchas veces da lugar a discusiones. Y en estos los padres y madres deben dar el ejemplo. Muchas veces son ellos quienes primero toman el móvil e ignoran a sus hijos por estar pendientes de las pantallas. “A veces, es más fácil ver la adicción al celular en los hijos que en uno mismo”, había dicho recientemente en una nota sobre redes sociales y adolescentes en Infobae Jorge E. Catelli, psicoanalista miembro Titular en Función Didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
Entonces será necesario intentar que los momentos de reunión, para comer o para cualquier otra actividad en familia, sean exclusivos. Tratar de dejar el móvil fuera de la mesa para poder disfrutar de ese momento familiar y no estar pendientes de las redes sociales.
Tampoco el Whatsapp es el medio para todas las comunicaciones. Muchas veces, ante malentendidos y conflictos es necesario sentarse a hablar y mirarse a los ojos para que la comunicación fluya, para comprender a la otra persona y poder buscar soluciones saludables.
Bregman afirmó que para controlar el phubbing hay consejos muy difundidos como dejar celular fuera de la mesa, guardarlo en el bolsillo o cartera o silenciarlo durante el encuentro: “Pero que lo más importante es poder reflexionar acerca de nuestras conductas y tomar conciencia de cuántas veces hacemos sentir mal a nuestros hijos, parejas, amigos o compañeros por prestar más atención al celular que a ellos”.
Agregó que si esta situación se da con un amigo y nos molesta, lo mejor es tener una charla sobre los efectos que tienen en uno y en quienes nos rodean.
Alderete manifestó: “El fenómeno del phubbing nos invita a reflexionar sobre cómo la tecnología, que en principio nos ha acercado a través de la conectividad constante, también puede distanciarnos de manera inadvertida. En nuestra búsqueda de estar siempre ‘conectados’, corremos el riesgo de desconectarnos de aquellos que están físicamente presentes frente a nosotros”.
Y finalmente concluyó: “Al cerrar la pantalla de nuestros dispositivos y levantar la mirada hacia quienes nos rodean, podemos redescubrir el valor de la presencia, la escucha activa y el respeto mutuo. En última instancia, el verdadero tesoro de nuestras vidas está en las conexiones humanas que cultivamos”.
Fuente: Infobae