Este lunes se cumplieron 10 años de la asunción de Jorge Bergoglio como Papa Francisco, el “líder” espiritual de la iglesia católica. Desde que ocupa ese lugar, el Sumo pontífice llevó adelante un cambio total en acciones de la Iglesia.
La década de Francisco se caracteriza por el acercamiento de la institución eclesiástica con el pueblo, algo que parecía distante con sus sucesores.
Aquel 13 de marzo de 2013, la fumata blanca del Vaticano dio a conocer al reemplazante de Benedicto XVI (Joseph Ratzinger), recientemente fallecido.
Un papa “negro”, del fin del mundo, en lo más alto del pedestal de la fe católica. Jorge Bergoglio (hoy con 86 años), de formación franciscana, fue elegido los cardenales, que se inclinaron por alguien que pudiera devolverle a la Iglesia la imagen más pura posible: al servicio del pobre, los desamparados y excluidos.
Aún queda pendiente su visita a la Argentina, tan prometida como pospuesta en estos diez años. El Papa Francisco reiteró este sábado su deseo de venir al país, pero advirtió que «la salvación del país no va a venir» de un eventual viaje.
«Recen por mí» y la austeridad
“Recen por mí”, fue la primera marca personal del Papa Francisco en cada discurso y presentación, un llamado a la comunidad, que parecía dispersarse y estar desencantada luego de años de escándalos de corrupción y acusaciones de pedofilia dentro y fuera del Vaticano.
En la década de “gobierno”, Francisco avanzó en reformas del Vaticano para darle más espacio a las mujeres y a los laicos en el pequeño y poderoso Estado.
La austeridad es el pilar fundamental que caracterizó estos años de papado. Desde la decisión de elegir como residencia la casa de Santa Marta hasta la determinación de ceder un palacio vaticano para darle un techo a los indigentes de las cercanías, son algunas de las medidas que puso en relieve Francisco.
Puertas adentro del Vaticano, Francisco también fue protagonista de grandes cambios, ya que impulsó la reforma de la Curia romana en áreas como la economía y las finanzas, la administración, los tribunales eclesiásticos y el derecho canónico, la sanidad, el laicado y la familia.
Estos cambios, se materializaron con la entrada en vigor en 2022 de una nueva Constitución, que reorganiza los dicasterios (ministerios) y prioriza la evangelización. (Ambito).