“Un misil ha sido disparado desde corea del Norte. Por favor, evacúen hacia un edificio robusto o un sótano”. Con ese alarmante mensaje de texto enviado por el gobierno, se despertaron el martes los residentes de Hokkaido, la segunda mayor isla de Japón sobre la que el régimen de Kim Jong-un hizo volar un misil que tras despegar a las 5.58 (17.58 del lunes en Argentina) cerca de Pyongyang recorrió 2.700 kilómetros para terminar dividiéndose en tres partes y estrellándose 730 kilómetros al este de la costa de Japón.
La provocación norcoreana se suma a los tres misiles de corto alcance lanzados el sábado por la dictadura. La última vez que un misil de Pyongyang sobrevoló Japón fue en 2009. La anterior, en 1998. En los dos casos, el régimen comunista argumentó que los proyectiles tenían un uso civil: llevar satélites de telecomunicaciones.
Aunque la comunidad internacional nunca terminó de creérselo, lo cierto es que en la última ocasión Pyongyang avisó a Tokyo antes del lanzamiento. Esta vez no hubo advertencias. “Es una amenaza grave y sin precedentes y daña gravemente la paz regional y la seguridad”, dijo el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, cuyo gobierno confirmó que el misil norcoreano se había estrellado a las 6.12 horas locales, tras unos 14 minutos de vuelo.
En Washington, el Pentágono se pronunció con su lacónica jerga militar. “Podemos confirmar que el misil lanzado por Corea del Norte sobrevoló Japón. Aún estamos evaluando este lanzamiento. El Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte determinó que el lanzamiento del misil desde Corea del Norte no representó una amenaza para América del Norte”.
De cualquier manera, el lanzamiento es un peldaño más en la peligrosa escalada entre Corea del Norte y Estados Unidos desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en enero. Despúes de que el presidente estadounidense prometió “fuego y furia”a Corea del Norte si no cesaba en sus provocaciones, Kim Jong-un pareció aflojar la mano cuando dijo que esperaría a ver el comportamiento de Washington antes de seguir adelante con sus supuestos planes de atacar la base militar estadounidense de la isla de Guam.
Los tres misiles del sábado y el último sobre Japón parecen poner fin, por ahora, a las esperanzas de un diálogo entre los dos países. Entre las posibles justificaciones, Kim Jong-un seguramente citará las maniobras militares conjuntas que Seúl y Washington comenzaron la semana pasada en Corea del Sur, donde 67.500 soldados participan de los juegos de guerra.
Como recordó el diario The New York Times, el líder norcoreano ha llevado ha cabo más de 80 pruebas con misiles desde su llegada al poder a fines de 2011 (sólo en 2017 hizo18, dos más que su padre en todo su mandato). El de hoy es el primero con que sobrevuela Japón, su víctima más inmediata junto a Guam y a corea del Sur en caso de guerra. “Hago un llamado al Consejo de Seguridad de la ONU para que convoquen una reunión de emergencia”, dijo Abe.
Aparentemente el misil era un Hwasong-12, un proyectil de mediano alcance capaz de despegar desde un lanzador móvil (por lo general, un camión) para volar hasta 3.000 millas naúticas. Si lo hubieran dirigido hacia el sur en vez de hacia el este, no habría tenido problema en llegar a Guam.
La cadena de televisión japonesa NHK mostró sus misiles Patriot, listos para abatir cualquier amenaza contra el país. No los usaron porque detectaron que el proyectil norcoreano no estaba dirigido a su territorio nacional. “Haremos todo los esfuerzos posibles para proteger las vidas de los ciudadanos”, dijo Abe antes de reunirse con el Consejo Nacional de Seguridad.
“Claramente, ellos también nos están enviando un mensaje, que no están preparados para dar marcha atrás del todo con su posición”, había dicho con clarividencia el canciller de EE.UU., Rex Tillerson, durante una entrevista el domingo en la cadena Fox.w
Fuente: Clarin