De esta forma, en el año, los combustibles habrán aumentando en nueve ocasiones, y acumularán un alza de casi 40%, menor al 48% estimado de inflación para el mismo período. Con esta suba, el litro de la nafta súper pasaría a valer 88 centavos de dólares. Las petroleras señalaron que el litro a un dólar sería lo óptimo para cubrir sus costos.
En un mercado normalizado (con precios cercanos al valor de paridad de importación), el precio del litro de nafta está compuesto en un 38% por el valor del petróleo, otro 38% es las carga impositiva y el 24% restante son costos logísticos, marketing y margen de ganancia. Según los analistas, los precios actuales todavía están atrasados un 9%, con el valor del Brent a US$62.
Desde que terminó el congelamiento de los precios, decretado por 90 días por el Gobierno, el porcentaje final del incremento de los combustibles depende de las empresas, aunque en la práctica es YPF quién fija el rumbo, ya que tiene casi el 60% del despacho de naftas y gasoil. “Nadie hará nada con los precios hasta que YPF mueva. El contexto económico no da para que nadie se descalce y quede fuera del mercado”, dijeron en una de las estaciones de servicio.
Según el último balance que presentó YPF, los volúmenes de nafta y diésel Infinia (su marca premium) cayeron 9,2% y 5,5%, respectivamente, en el trimestre pasado. La nafta súper se mantuvo casi constante, porque absorbió en parte la caída de la demanda de la premium.
Hace casi cuatro años, Macri asumió el mandato con un mercado de combustibles regulado, que se destacaba por tener al barril criollo más caro que los valores internacionales. En diciembre de 2017, el entonces ministro de Energía Juan José Aranguren liberó los precios, luego de que se igualara el valor local con el de paridad de exportación.
El próximo 10 de diciembre, asumirá un nuevo gobierno y todavía es una incógnita qué hará con el mercado de combustibles, aunque el presidente electo, Alberto Fernández, ya anticipó que se buscará aplicar un pacto social para congelar los precios por al menos seis meses.
Fuente: La Nación