Voceros de una forma de criar más reflexiva, que acompaña el “no” con razones y fundamentos, reemplaza las penitencias por la escucha, la conexión emocional, la dedicación y la calidad de tiempo compartido con los hijos. Así son los padres de hoy en día.
Pasaron de un estilo y carácter más autoritario a modelos más reflexivos y permisivos donde la empatía y el uso de la razón en el vínculo con los hijos es fundamental.
Y en esa nueva manera de ser padres, la madre ocupa un rol fundamental. Más ocupada en sus proyectos y objetivos profesionales, no descuida sin embargo, cada detalle relacionado con la crianza de sus hijos. Aunque eso le implique menos -aún- horas de descanso o le quite -el poco- tiempo libre.
Infobae se propuso analizar cómo vive la maternidad este nuevo tipo de mujer, que tiene la característica de proveer más dinero al núcleo familiar, toma decisiones y ejerce funciones que históricamente estaban relacionadas a los roles masculinos.
Son las mujeres que la licenciada en psicología Natalia Parma llamó “mujeres alfa”.
“En la actualidad nos encontramos con mujeres que, gracias a los logros de generaciones pasadas y sus luchas, interrogantes y búsquedas de cambiar roles que no les eran del todo cómodos, e independientemente a su estado civil, mantienen una posición laboral y social igualitaria con el hombre, son mujeres emancipadas financieramente”, sintetizó la psicóloga clínica, psicoterapeuta cognitiva y psicoanalista.
¿Y cuando esta mujer se convierte en madre? La crianza adquiere diversos matices según el género. Según resultó del estudio “Viví Presente” impulsado por Kimberly-Clark y realizado junto a la consultora Trendsity, se destaca la diferencia entre la presencia femenina y la masculina en el vínculo con los hijos. En el caso de la madre, esta presencia se caracteriza por ser más empática, frente al pragmatismo masculino, con un claro foco en el “sentimiento”. Así, las madres asocian su “estar presente” en la crianza con verbos como “dedicar”, “conectar”, “sentir”, “empatizar” o “dar tiempo”. Por el contrario, los varones lo asocian con acciones y verbos como “resolver”, “motivar”, “enseñar” y “apoyar”.
En ese sentido, para 4 de cada 10 encuestados (el 55% entre padres de chicos de más de 11 años), en el pasado existía una menor conexión emocional con los hijos.
Por otra parte, existen también diferencias entre madres y padres en el sentimiento de culpa: en las mujeres, la tensión como madres se genera en virtud de la búsqueda de realización personal en varios ámbitos.
La clave, según la licenciada en Psicología Maritchu Seitún, especialista en crianza, está en dedicar un tiempo de disponibilidad total y exclusiva con los hijos: “Es la capacidad de dejar el teléfono, la computadora y las actividades de lado y demostrar al hijo que es prioridad. No va a ser todo el tiempo, pero sí con frecuencia. Puede ser todos los días 20 minutos o media hora, pero donde las acciones de los padres dejen claro a los hijos de esa prioridad. Sin ese rato de presencia diaria no le podemos decir que es más importante que todo lo demás, no se compensa con regalos o grandes salidas”.
La recompensa de la presencia materna en la crianza se manifiesta a la hora de promover chicos más seguros de sí mismos: “Estar presentes atendiendo y entendiendo lo que necesitan los hijos crea un vínculo de apego muy fuerte: con la presencia, padres e hijos se enriquecen mutuamente. Es determinante para generar chicos seguros de sí mismos”, consideró Seitún, para quien “la seguridad en su presencia y disponibilidad fortalece la salud y también les guía en el camino correcto, porque no se trata sólo de afecto, sino también de límites y diálogo”.
La mayor presencia de las madres en la crianza genera, según los expertos consultados, un vínculo de apego muy fuerte, permitiendo generar chicos más seguros de sí mismos. La forma que encuentran los argentinos para estar más presentes es muy diversa: para 7 de cada 10 argentinos, estar presentes es compartir rutinas y trasmitir valores. Estar atentos a las necesidades (52%), dedicar tiempo a escucharlos (51%) y poner límites con claridad (44%) son algunas de las formas que formas que encuentran los argentinos de estar más presentes en el momento de la crianza.
Para la especialista en crianza Laura Krochik, el “desajuste” que puede darse entre el deseo de desarrollo profesional y el tiempo presente con los hijos, “tiene que ver con llegar a la maternidad sin conocerse a uno mismo o sin saber qué es lo que cada uno quiere de la vida”. “Si no tengo en claro quién soy ni qué quiero, difícil podré decodificar lo que le pasa a un niño que tampoco lo tiene claro”, aseguró.
“La conexión emocional con los hijos tiene que ver con la conexión emocional con uno mismo, para mí todo parte desde ahí -apuntó-. Estos niños actuales lo único que hacen es desafiarnos permanentemente en las cuestiones que creemos que tenemos resueltas. Y como son seres mucho más evolucionados nos muestran cuánto todavía nos queda por resolver propio antes de poder ocuparnos de ellos”.
Según Krochik, “los niños actuales son seres evolucionados, que nos van a ‘obligar’ de alguna manera a evolucionar a nosotros también. Esto quiere decir que ya no podemos más dar cualquier excusa a nuestros actos o responder livianamente a sus reclamos, mentirles o engañarlos. Estos niños nos enfrentan con nuestra propia evolución, nuestra propia escucha hacia nosotros mismos y son un gran desafío”.
“Lo que sucede es que de alguna manera siguen pidiendo lo mismo que pidieron todos los niños a lo largo de la humanidad: contacto, comunicación, escucha, mirada, atención, sensibilidad, empatía, decodificación, palabras que aclaren, ideas que los ayuden a crecer, valores de vida, ejemplos, y los adultos actuales muchas veces creemos que les podemos responder como nos respondieron a nosotros y eso ya no es así. Ahora el desafío es mayor aunque las necesidades sean las mismas”, enfatizó.
Y remarcó: “El desarrollo profesional no necesariamente evita el encuentro con los hijos o va en contra de una maternidad responsable y atenta; no es correcto pensar que si una mujer alcanza mucho desarrollo profesional será por eso una peor madre”.
A modo de cierre, Parma resumió: “La mujer (y la madre) actual es autosuficiente y segura de sí misma, es una líder nata, aunque esto no implica que no cargue con sentimientos de culpa y una autoexigencia mamada, introyectada e internalizada desde sus propias madres y abuelas. No son mujeres maravilla, simplemente es una estratega para poder cumplir con sus roles y no descuidar su felicidad, la cual se alimenta del logro de metas en cada área de su vida, en la permanente búsqueda de equilibrio. Transmite ternura y sensibilidad, pero maneja con inteligencia los horarios y prioridades. Ocupa distintas posiciones, roles y lugares de trabajo, pero no dista de la habilidad de quienes nos enseñaron qué es y cómo se es mujer, aunque nosotras hayamos impreso algunas modificaciones”.
Fuente: Infobae