Si bien se espera una negociación larga, en Europa se tomó como una noticia positiva y expectante que el Gobierno de Macri aceptara incluir a la Argentina en las negociaciones.
La presentación de ayer implica el retorno de la Argentina a las negociaciones comerciales del Mercosur, después de casi una década de discusiones de apertura comercial bloqueadas por la política económica interna del país. Tanto dentro del bloque como hacia otras uniones aduaneras.
De hecho, las últimas negociaciones comerciales como bloque dentro del propio régimen de integración sudamericana se dieron en julio de 2006, cuando se intentó discutir la inclusión de sectores como el azúcar, las autopartes, algunas frutas y maquinaria. Había además quejas desde Brasil hacia la Argentina por el cierre de las fronteras para el ingreso de electrodomésticos, textiles, bienes de capital y calzados desde el país vecino.
Eran los primeros síntomas de generalizaciones de las Declaraciones Juradas para la Aprobación de Importaciones (DJAI) para la autorización de cualquier tipo de importaciones, sistema que luego derivó en una obligación paraancelaria desde donde reinó Guillermo Moreno y su esquema de autorización y prohibición para el ingreso de cualquier producto desde el exterior.
Luego, desde 2011, las DJAI fueron el instrumento complementario del “cepo” para “cuidar” la oferta de divisas, y finalmente terminaron declaradas ilegales por la Organización Mundial de Comercio (OMC). El kirchnerismo las desmanteló prolijamente a fines de noviembre de 2015, a días de entregar el poder a Mauricio Macri.
El anuncio de las presentaciones de las listas del Mercosur y la UE de ayer en Bruselas, sede del bloque europeo, fue presentado por la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmstrom, como el “intercambio de ofertas hoy entre la UE y el Mercosur. Primer paso para reanudar nuestras negociaciones comerciales. Importante económica, política y culturalmente”.
“Este es el primer intercambio de ofertas desde 2004, y un paso necesario para hacer avanzar el proceso de negociación”, indicó la funcionaria, que además prometió que ambas partes “analizarán las ofertas” y volverán a reunirse antes del verano.
En concreto, nadie quedó satisfecho; y, de no mediar ampliaciones en las listas de los dos lados, las negociaciones terminarán nuevamente en un fracaso.
De hecho, la Argentina negoció, a través de la cancillería que maneja Susana Malcorra, que la carne y el etanol (dos productos con los que el país es altamente competitivo para las exportaciones), quedaron fuera de la lista ofrecida por Europa, que prometió negociaciones “dentro de un tiempo” para estos productos.
Brasil también presentó quejas formales por la falta de inclusión de otros productos agrícolas clave y derivados del petróleo. Las negociaciones por un eventual, y por ahora lejano, Tratado de Libre Comercio (TLC) entre ambos bloques fue retomado por Brasil, Uruguay y Paraguay en 2010, pero no fue acompañado por la Argentina, que se negaba a discutir apertura de mercados.
Además, las negociaciones, implicaban necesariamente la aceptación de la libre circulación de divisas para las ganancias de las empresas multinacionales presentes en los países del Mercosur; lo que ponía a la Argentina fuera de cualquier acuerdo ante la vigencia del “cepo”.
En algún momento de las negociaciones, en 2013, Uruguay y Brasil amenazaron con romper el bloque comercial con la Argentina (y continuar con la “unión política”) y negociar por separado con Paraguay un acuerdo comercial directo con la UE. La falta de una oferta amplia por parte del bloque europeo hicieron que tampoco hubiera mucha voluntad en estos estados por romper el bloque sudamericano.
Fuente: ambito.com