Aunque ahora los resúmenes llegan en forma on line, todavía causa una sensación inquietante la imagen sonora del ruido que hace el resumen de la tarjeta cuando es deslizado por debajo de la puerta. Es en ese momento cuando el golpe de la realidad convierte en pesadilla la fantasía de que el “dinero plástico” no es dinero y que las deudas no son deudas o que alguna clase de magia arreglará los desaguisados de pagar una tarjeta con otra, acumularlas “total después la doy de baja, es sólo para este momento” o abonar “el pago mínimo” que habitualmente es un monto infinitamente inferior a la totalidad del resumen. En un país inflacionario como la Argentina, el uso de la tarje más allá de lo recomendable es una tentación permanente.
“Los malos hábitos en el uso de las tarjetas de crédito son situaciones previsibles y corregibles que dependen en gran parte de la educación financiera y el grado de conocimiento que se tiene sobre el método de pago”, dice Rodrigo Nadal, director de Resolvé tu deuda, una compañía que se dedica a asesorar a las personas que afrontan situaciones difíciles de endeudamiento.
En un informe difundido por la firma, se advierte, como dato de contexto, que “la cantidad de transacciones realizadas con tarjetas de crédito en el país durante el 2017 aumentó más de un 8% mientras que el volumen de ventas, es decir la cantidad de dinero que se gastó, lo hizo en un 30%”. Agrega que en los primeros meses del año, el consumo con tarjetas continuó su tendencia de crecimiento y tuvo un aumento mayor al 3% interanual según informes del BCRA y la Cámara de Tarjetas de Crédito y Compra.
Para Resolvé tu deuda, estos datos demuestran que gran parte de la población recurre a este método de pago que, “si se utiliza de manera errónea, puede llevar a incurrir en deudas difíciles de pagar”.
Según Resolvé tu deuda, “una práctica muy común financieramente es realizar solo el pagó mínimo de la tarjeta, que se estima ronda el 5% del total del gasto, sin considerar los intereses que se generan y que pueden aumentar en un 70% el monto final”.
“Es preocupante porque esta causa engloba una serie de conductas que perjudican diversos aspectos en la vida del titular de la cuenta, no sólo el financiero”, refuerza Nadal.
En este sentido y para que la gente no caiga en un problema de sobreendeudamiento, el experto en finanzas personales comparte los cinco errores más comunes entre las personas que utilizan de manera errónea su tarjeta de crédito.
Usar el plástico como un ingreso extra
Esto ocurre cuando la gente deja de usar la tarjeta como una forma de financiamiento excepcional para compras que, por su tamaño, no pueden hacerse con los ingresos regulares del mes y comienza a usarla para consumos que deberían poder financiarse con los ingresos regulares y se convierte en una costumbre usar la tarjeta para “llegar a fin de mes”. El experto lo explica de esta manera: “Esto se presenta entre quienes olvidan que las tarjetas son un instrumento de pago en la que se presta cierta cantidad de dinero bajo la promesa de que se devolverá posteriormente. Al no tener esto en cuenta, muchas personas consideran la línea de crédito como un ingreso regular, lo que afecta la percepción real de su capacidad de pago”.
Pagar una tarjeta con la otra
Un clásico. Nadal recuerda que muchas personas intentan resolver un problema de endeudamiento pagando la deuda de una tarjeta con otra o con un préstamo personal. “Esta situación podría generar un efecto bola de nieve cuyo resultado sería una deuda aún más grande que la primera”, advierte.
Adquirir más tarjetas de las que se pueden pagar
En general, y sobre todo en momentos en que los bancos se encuentran muy líquidos, las tarjetas prácticamente se regalan. Esto puede ser una trampa, una tentación que debe ser manejada. Muchas personas que entran en esta dinámica no cuentan “con la disciplina ni la capacidad financiera para mantenerlas bajo control”, dice Nadal, quien recomienda “identificar los hábitos de consumo, así como los ingresos con los que cuenta el titular, para dimensionar cuáles son los límites de su condición económica”.
No saber cómo funciona una tarjeta de crédito
Como, según Nadal, “la mayoría de los titulares no adquieren una tarjeta como resultado de una decisión meditada, consciente y dirigida a obtener un mejor rendimiento de sus recursos, sino que lo hacen de manera impulsiva”, suelen no tomarse el tiempo de leer correctamente el “estado de cuenta” y saber que significan conceptos tales como el CAT (Costo Anual Total) y sus implicaciones en el costo del crédito. En la Argentina esto se conoce como CFT o Costo Financiero Total, que incluye distintos conceptos que se suman al costo del crédito otorgado, como el seguro de vida, los gastos administrativos y de mantenimiento que tienen algunos clientes para tener su plástico. Se puede dar el caso de tasas de interés bajas aunque luego el costo del financiamiento es otro por efecto de todos estos conceptos.
No hacer uso de un presupuesto
“No saber cuánto se gana y en qué se gasta es un mal hábito que afecta todos los aspectos de las finanzas personales. Esta situación podría agravarse cuando se dispone de una tarjeta, ya que, si no se tiene una buena administración del dinero propio, es probable que la situación se agrave cuando se adquiere un crédito”, dice Resolvé tu deuda en sus recomendaciones. “Es común que las personas no dimensionen el tamaño del problema de endeudamiento sino hasta que ya es demasiado tarde. Afortunadamente existe la posibilidad de pedir asesoramiento de expertos en finanzas, que puedan crear un plan acorde a las circunstancias de cada persona y los acompañen en la recuperación de su tranquilidad financiera”, concluyó Nadal.
Fuente: Cronista.