Las Toninas es una pequeña ciudad de la Costa Atlántica que es, además de un apacible destino veraniego, un punto clave en la conexión a Internet de la Argentina (aunque no el único). Allí llegan varios cables submarinos, que atraviesan el océano, apoyados en el lecho marino, para conectar a nuestro país con otros y poder tener acceso a Internet. Si alguno de ellos sufre algún desperfecto, los usuarios lo notan rápidamente; aunque hay otras conexiones a Internet, las de los cables son las que llevan la mayor cantidad de tráfico (1,5 terabits por segundo por cable, es decir, más de 1.500.000 megabits por segundo).
Los cables van siguiendo la costa sudamericana, haciendo pie en varias ciudades del continente (del lado atlántico y pacífico) para llegar a Miami, una de las ciudades con mayor conectividad en la región, y luego cruzar a Europa (por lo general, a la costa portuguesa o española). En este sitio se pueden ver los cables submarinos que llevan Internet a todo el planeta.
¿Y por qué allí, y no en otro punto de la costa? Porque el lecho marino alrededor de Las Toninas no tiene piedras ni otros accidentes geográficos que puedan dañar los cables. “Por otro lado, se trata de la primera ciudad (en términos geográficos) con esa condición. Podríamos ir más al sur, pero eso requiere agregar más cable y, por ende, implica un costo mayor”, dijo Ernesto Curci, de Level 3, en una nota que hicimos sobre estos cables y la particular condición de Las Toninas como capital nacional de Internet. Más al norte los pondría en peligro por los barcos y el suelo barroso del delta bonaerense.
Los cables no son particularmente gruesos: se trata de fibra óptica recubierta de varias capas que la protegen del frío, del agua y de los tironeos. El cable, además, está visible pero sólo mar adentro: desde la estación de amarre de Las Toninas los varios cables que parten de allí están bajo tierra casi dos kilómetros, para evitar que la intervención humana, animal o vegetal los dañe.