“No te duermas en los laureles”, asegura el famoso dicho popular conocido en todo el mundo, que hace referencia a las coronas y a las guirnaldas que en la Antigüedad se realizaban con el follaje de esta planta, como símbolo de victoria tanto para los atletas como para los guerreros. El dios Apolo, Julio César y hasta incluso Napoleón Bonaparte suelen ser representados con laureles en la cabeza, que suponen la gloria y el reconocimiento.
La frase es una advertencia para evitar relajarse demasiado en los reconocimientos alcanzados y no hacer nada para lograr un éxito mayor. Hoy, esas palabras resultan algo paradójicas en relación con la novedosa y, a la vez, antigua costumbre esotérica redescubierta de colocar hojas de laurel debajo de la almohada para atraer la prosperidad hasta cuando dormimos.
El paso del tiempo, por otro lado, generó nuevos conocimientos acerca de las numerosas virtudes que posee esta planta aromática originaria del Mediterráneo. Junto con la representación de la grandeza, de hecho, hasta en nuestro himno nacional aparece mencionada cuando la letra dice “sean eternos los laureles”, su uso es también reconocido en la gastronomía desde hace siglos. Pero además, el laurel cuenta con un gran poder de limpieza, funciona como repelente de insectos y es efectivo para dejar la ropa impecable y eliminar malos olores.
La salud digestiva también se beneficia con las propiedades del laurel. Sus compuestos facilitan la digestión y alivian los síntomas de la acidez estomacal y la acumulación de gases. El té de laurel, que se hace con unas hojas de la planta infusionadas en agua caliente por unos minutos, contribuye a mejorar los trastornos digestivos.
Pero uno de los espacios más sorprendentes donde el laurel ha encontrado utilidad es el baño. Suena extraño, aunque lo cierto es que la inclusión de unas hojas de esta planta ofrece una serie de beneficios que van más allá de agregar fragancia al ambiente.
Estimulante: Conocido por su aroma fresco, el vapor de agua del laurel de un baño de inmersión resulta estimulante para el cuerpo y la mente. Lejos de relajar, el eugenol, uno de los principales principios activos del laurel, distiende las venas y permite que la sangre circule mejor, algo que provoca una mayor irrigación en el cuerpo y, en consecuencia, más energía.
Antimicrobiano: Por un lado, las hojas de laurel liberan componentes antimicrobianos y antibacteriales que colaboran en la tarea de combatir a los gérmenes y bacterias presentes en el baño. A su vez, el aceite de laurel posee propiedades antifúngicas y puede ser efectivo para eliminar cierto tipo de hongos.
Antiinflamatorio; El laurel disminuye la inflamación y actúa como analgésico de dolores. Su principal componente activo, el eugenol, ofrece beneficios antiinflamatorios y alivia molestias cuando se llena la bañera con hojas de la planta.
Descongestionante: El vapor de agua caliente en el baño puede potenciar la liberación de los aceites esenciales presentes en las hojas de laurel que contienen eugenol. Debido a que esta sustancia distiende las venas sanguíneas, puede ayudar a abrir las vías respiratorias y mejorar la respiración, de ahí, que ofrezca alivio a las congestiones nasales, toses, resfríos y problemas respiratorios leves.
Suavizante: Siempre, a través del vapor de agua, el laurel también ofrece ventajas para la piel. Sus compuestos liberan propiedades hidratantes y suavizantes. Además, su aceite esencial promueve la producción de colágeno, un elemento que suaviza arrugas y ayuda a luminosidad del rostro.
Fuente:LA NACION