Ayer se celebró el Día de la Industria Naval Argentina. Nuestro sector, desde hace casi tres décadas fecha en que se produjo la destrucción de la ley de Marina Mercante e Industria Naval, vino buscando distintas alternativas para volver a tener herramientas que generen las condiciones que permitan tener una ley para el sector.
La multiplicidad de intereses y la falta de decisión política conspiraron para que no se pudiera encontrar el consenso necesario. Nuestro sindicato generó, alrededor de este vacío normativo que existe en el sector, extensos debates a lo largo y lo ancho del país, incluyendo movilizaciones a distintos lugares. Todo lo que se hizo en estas últimas tres décadas no alcanzó para que se comprendiera la enorme importancia que tiene este sector en sus vías fluviales y marítimas.
El 14 de noviembre del 2016 el Senado de la Nación, en forma unánime, dio media sanción a un proyecto de ley de Marina Mercante y de Industria Naval Argentina. Esta norma paso a diputados. Desde el momento mismo de la media sanción se empezaron a oír críticas de distintos sectores, pareciera ser que para algunos la mejor ley es que no exista ninguna.
Argentina necesita una ley para desarrollar empleos de calidad, optimizar los costos de la producción y el sector debe ser parte indisoluble de una matriz logística que apunte a la reconversión del transporte para que fundamentalmente genere las condiciones para abaratar los costos y generar competitividad real en la economía argentina.
La industria naval es necesaria y posible en nuestro país, y debe ser promovida para recobrar los niveles de desarrollo y eficiencia que tuvo en un pasado no demasiado lejano. Argentina tiene una rica cultura en la tradición de la construcción naval, preservando una matriz productiva esencial para potenciar nuevamente su desarrollo y crecimiento.
Argentina, a los efectos de su intercambio comercial, es casi una isla por su dependencia del trasporte marítimo y fluvial que en un elevado porcentaje se realiza en unidades de las más diversas características.
Fuente: El Cronista