La desaparición del ARA San Juan junto a sus 44 tripulantes, el 15 de noviembre de 2017, sorprendió a la Armada Argentina en medio de un debate interno para renovar la flota de submarinos.
Tres documentos incorporados por la propia Armada a la causa que lleva adelante la jueza federal de Caleta Olivia, Marta Yañez, revela la intención de contar con cinco sumergibles de “sexta generación” por el mal estado general de los sumergibles criollos.
Se trata de papers rotulados con el sello de “SECRETO” fechados en el mes de abril y junio de los años 2016 y 2017.
Además de describir los aspectos técnicos de los buques de guerra disponibles en el mercado (el más votado fue el alemán 209/1400), el “COMANDO DE LA FUERZA DE SUBMARINOS” volcó en papel la descarnada situación de la flota actual a la que calificó en “estado de obsolescencia”.
Entre los argumentos principales para la adquisición de los modernos submarinos, se afirma que esa es la única manera de cumplir con las metas pautadas históricamente para esa fuerza por la DEMIL que significa “Directiva Estratégica Militar”, y que en tiempo de paz parecen excesivas, pero que internamente es evidente que se siguen proyectando:
– Desgastar a las fuerzas navales y/o tráfico marino del oponente.
– Ataques a fuerzas navales.
– Operaciones de minado.
– Obtención de información.
– Operaciones de ataque con misiles tácticos a objetivos terrestres, entre otras acciones.
Desconocimiento oficial. El ministro de Defensa, Oscar Aguad, se mostró sorprendidocuando Infobae lo consultó sobre el proyecto que desde hacía dos años venía elaborando el comando de submarinos para la adquisición de cinco nuevos submarinos, los objetivos que aducían en la documentación para sostener la propuesta, y las quejas internas, y volcadas en las actas “secretas”, sobre el fallido reequipamiento de las Fuerza Armadas, denominado “PLANCAMIL” (Plan de Capacidades Militares), anunciado en 2011 por Arturo Puricelli, el entonces ministro del área de Cristina Kirchner y que quedó solo en palabras.
Sobre estos temas, Aguad le dijo a Infobae: “Dentro del ministerio de Defensa, o del Estado Mayor Conjunto, en los años 2016-2017 no hay ningún estudio de esa naturaleza. Puede que en la Armada alguien haya hecho eso. Lo desconozco. Ha habido un plan de equipamiento, para las Fuerzas Armadas, ese plan aún existe, pero sobre el plan que me consulta (por la adquisición de submarinos de sexta generación) no solamente no tengo conocimiento, sino que no se conversó de eso. No tengo otra información”.
Durante el diálogo telefónico con este medio, Aguad estaba en el norte de nuestro país supervisando el despliegue que realiza el Ejército Argentino en la provincia de Salta azotada por las inundaciones. Esa fuerza militar desplegó, junto a la Cruz Roja, tiendas de campaña con víveres y atención sanitaria. También estaba instalando un puente portátil para unir ciudades aisladas por el desborde del Río Pilcomayo.
ARA San Juan
En el mismo documento que el ministro Aguad asegura que la Armada Argentina, por entonces a cargo del almirante Marcelo Eduardo Hipólito Srur, no elevó a Defensa, y elaborado en el 30 de abril de 2017, en el punto 9 el capitán de fragata Pedro Martín Fernández, brindó detalles sobre las “obras pendientes” en el ARA San Juan.
Las “falencias” que detalla son las siguientes: los sonares tienen “ruido eléctrico”; “el sistema hidráulico tiene pérdidas”; hay “filtraciones en el tanque de combustible”; “está pendiente verificar el ruido en la línea de eje”; entre otras.
Sobre este punto, el comandante -y uno de los 44 tripulantes desaparecidos- informa que sólo es posible repararlo en “dique seco”.
El informe recuerda que era imprescindible “tramitar la imperiosa entrada a dique seco del ARA San Juan durante el primer semestre del año 2018 a fin de asegurar su operatividad, dado que lleva en la actualidad 39 meses sin realizar el mantenimiento correspondiente que, de acuerdo con el manual del fabricante, debería ser cada 18 meses”.
Como reveló Infobae, esa era la razón por la cual el sumergible no podía navegar a una profundidad mayor de 100 metros ya que a mayor distancia no estaba certificada su “estanqueidad”.
“La no renovación de los submarinos existentes implica la pérdida gradual de capacidades únicas de combate y disuasivas de la Armada Argentina”, se describe en los documentos.
En el punto 11 del mismo documento titulado: “Estudio de Comando Mayor del COMANDO DE LA FUERZA DE SUBMARINOS. Submarinos de 6ta. Generación” el capitán de navío Claudio Javier Villamide -en la actualidad en disponibilidad preventiva- se queja porque el Plan de Capacidades Militares anunciado durante el gobierno de Cristina Kirchner “era bastante ambicioso”, pero que “no pudo cumplirse”.
Como ejemplos sostiene que el PLANCAMIL “hablaba de mantener, reparar los actuales submarinos, y recuperar un submarino más, que era el San Luis, ampliar otro submarino, que era el Santa Fe, y comprar cinco submarinos más además de un buque de apoyo de submarinos (un Buque Madres)”.
Flota Argentina
El tema de la adquisición de cinco nuevos sumergibles no era sencillo y tenía sus complicaciones. Así queda demostrado en la proliferación de documentos oficiales que analiza la jueza Yañez.
La magistrada ya solicitó la participación de peritos extranjeros para tener una mirada lo más imparcial posible sobre los inconvenientes técnicos con los que el ARA San Juan fue autorizado a navegar.
Sucede que hasta en estos papers, donde el tema principal es la compra de nuevos buques de guerra, las deficiencias del sumergible desaparecido, quedó patentizado.
Bajo el subtítulo de “Análisis del problema”, un segundo documento, está fechado en junio de 2017, esto es cinco meses antes de la desaparición del ARA San Juan, se destaca que “en la actualidad la fuerza de submarinos cuenta con tres submarinos; dos de los cuales se encuentran en estado operativo: El submarino ARA Salta, perteneciente a la cuarta generación de submarinos, el cual ha superado ampliamente su vida útil (…)”.
En el párrafo siguiente el documento aborda una vez más la situación del sumergible siniestrado. “El ARA San Juan incorporado en 1985, junto con el submarino ARA Santa Cruz, pertenecen a la quinta generación de submarinos”.
Allí se describe que el San Juan tuvo su reparación de media vida, que se cortó el casco para el “recambio de los motores diésel y el recambio de los elementos de batería (utilizándose en este caso el replacado de las mismas)”, es decir que no se las cambió por otras nuevas.
Fuente: Infobae