Ayer a la tarde, en el Paseo portuario del muelle de Ing. White, empezó el ciclo “Andá a cantarle a la ría”, que organiza el Museo del Puerto junto al Consorcio de Gestión del Puerto. Reunió a un público en torno a las mesas de la cocina del museo, feria de editoriales locales, el chocolate con masitas de la Asociación Amigas del Museo, en ese espacio que es parte fundamental de nuestras vidas, aunque muchas veces no lo notemos.
Es que la ría es el ambiente en el que vivimos, que dio lugar a la ciudad de Bahía Blanca también, desde sus inicios. Y es el espacio productivo que hace posible la ciudad también, y sus relaciones con el mundo.
¿Pero qué le damos a la ría quienes vivimos ahí? Desde este museo, que trabaja con múltiples voces, discursividades, historias, intentamos empezar por acercarnos a contarle historias, a cantarle.
Canciones como las de la banda Violeta y la pirámide, o textos como los que escriben Diego Vdovichenko, Juan Laxagueborde, Marie Gouiric, a quienes invitamos con la propuesta de leer sobre cuestiones que parten de algo particular y establecen relaciones con otras escalas desde el afecto.
Se trata de lo que proponemos en la serie de libros “Lo particular”, que ya lleva dos ediciones: Un misterio llamado bandeja y Libro-barco.
Porque nos imaginamos que, tal vez, si la ría pudiera decirnos en qué términos le gusta conversar, diría: con cosas bien concretas que se extienden a la manera de los sueños.