Los cambios que se producen en la conformación de la Antártida en los últimos años-superficies que se derriten o bloques de hielo que se desprenden del continente- tienen en vilo a los científicos de todo el mundo. Sucede que, para los tiempos geológicos, todas estas transformaciones está pasando en un abrir y cerrar de ojos y pueden provocar el anegamiento de varias ciudades costeras de todo el planeta.
Hace más de 3 décadas que se advierte que la Antartida Occidental comenzó a derretirse. Así lo han señalado la Universidad de California y el Laboratorio de Propulsión a Reacción (JPL) de la Nasa.
Ahora, lo que preocupa a los científicos -además del derretimiento- es un gigantesco bloque antártico conocido como Larsen C, que está a punto de separarse de la plataforma de la Península Antártica y que, con su desprendimiento puede ser el precursor de un colapso del continente blanco, que podría provocar inundaciones que causarían estragos en numerosas ciudades del mundo, según consigna un informe deNational Geographic.
Según este medio dedicado a la ciencia y la naturaleza, los bordes del Larsen C se deshacen con la misma facilidad de un castillo de arena. En su superficie, además, se distribuyen grandes grietas que comparten el espacio con lagunas de deshielo de hasta 400 metros cuadrados.
La grieta que está a punto de separar el Larsen C del continente mide casi 200 kilómetros de largo y en alguno de sus sectores su ancho puede alcanzar los 2000 metros. Cuando finalmente llegue a su extensión completa, va a provocar la creación de un iceberg de unos 5000 kilómetros cuadrados, uno de los más grandes jamás registrados. Dicho bloque desprendido tendría una superficie que representa unas 25 veces la superficie de la ciudad de Buenos Aires, que cuenta con 203 kilómetros cuadrados.
El profesor de la Universidad de California y científico de la NASA, Eric Rignot, afirma que el giro reciente de la grieta pone de manifiesto su fractura temprana. “Según mi experiencia, cuando la brecha toma un giro de 90º, como en este caso, la fractura está a la vuelta de la esquina. Es cuestión de semanas”.
El mar de Amudsen, que se encuentra también en la parte Oeste de la Antártida, se ha calentado más de 0,5º y en este tiempo, la velocidad a la que el hielo se está derritiendo y fracturando se ha cuadruplicado. Ya entre 2015 y 2016 un bloque de unos 360 kilómetros cuadrados se desprendió y se alejó de la costa del mismo mar. Y en la de la misma península antártica ya se habían desprendido el bloque Larsen A, en 1995 y el Larsen B, en 2002.
Las predicciones para el aumento de la temperatura en el caso del mar de Wedell, colindante con el Larse C, se sitúan en los 5ºC de promedio. Por esta razón muchas plataformas de hielo más pequeñas sucumbieron completamente. Y es la causa también del porqué del Larsen C está a punto de transformarse en una plataforma de hielo flotante.
Las consecuencias
La importancia de la grieta que está creciendo radica en que el hielo que va a desprenderse está asentado en una serie de islas. Por el contrario, gran parte del resto de la plataforma de la península descansa sobre una cuenca que se interna hasta los 5000 kilómetros de profundidad, lo que la hace especialmente vulnerable a la suba de la temperatura del océano.
La situación entonces se complica porque, por la temperatura del mar y sin el Larsen C, la plataforma de hielo se desarmará y romperá en pedazos cada vez más pequeños. Como el fenómeno ocurrirá a una velocidad cada vez mayor, el nivel del mar aumentaría en más de tres metros, inundando ciudades enteras de todo el mundo.
De este modo el derretimiento y la rotura de la plataforma de hielo de ese sector de la Antártida es un caso dramático. Entre los años 1994 y 2015 la cantidad de hielo se ha visto mermada en un 10%. Lo que más preocupa es que cuando se retire el hielo de Larsen C se podría afectar el glaciar vecino Thwaites, que podría desestabilizar a la mayor parte de la Antártida Occidental.
“Ahora estos glaciares están desapareciendo cada vez más rápido de la superficie de la Tierra”, afirma Rignot, quien estudia la región desde hace más de 20 años a través de satélites y aviones. El científico cree que el colapso de la capa occidental del hielo antártico es inevitable. “Es tan solo una cuestión de tiempo. Lo importante es saber si esto ocurrirá en un período de 500 años, o en menos de 100. Y sobre todo, si será la humanidad lo suficientemente rápida como para prepararse a los acontecimientos. Tenemos que despejar la incógnita, y hacerlo antes de que sea demasiado tarde”, sentenció Rignot.
Fuente: La Nación