El Gobierno continúa avanzando con su plan para desarmar por completo el duro “cerrojo” que dejó la administración kirchnerista, que tenía como objetivo castigar a las importaciones y hacer frente a la escasez de divisas.
La medida más trascendente, sin dudas, fue la supresión del controvertido sistema deDeclaraciones Juradas, conocidas como DJAI, que fue reemplazado por un mecanismo aprobado por la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Además, puso fin a los cupos de dólares, que le imponían grandes limitaciones incluso a industrias, como la automotriz o la de electrónica de Tierra del Fuego, que debían conformarse con el 50% -o menos- de las divisas necesarias para funcionar.
Ahora, con el mismo objetivo de desarticular el entramado de restricciones, la AFIP apuntará a flexibilizar las importaciones a través del sistema de correo internacional, conocido como “courier” o “puerta a puerta“.
Se trata de las compras realizadas por particulares mediante tarjetas de crédito a través de páginas de e-commerce ubicadas fuera del país.
Luego, estas adquisiciones hicieron prácticamente inviables tras las numerosas restricciones impuestas por el kirchnerismo.
Según fuentes consultadas por iProfesional, el nuevo sistema que impulsa la AFIP operaría bajo las siguientes condiciones:
Vuelve la micro-importación
Miguel Ponce, director del Centro de Estudios para el Comercio Exterior, recordó que este servicio, hasta 2008 “era utilizado principalmente por empresas, para ingresar muestras o repuestos para maquinaria. Básicamente los couriers resolvían casos de emergencia”.
Sin embargo, conforme se profundizó el atraso cambiario, el experto destacó que “empezó a ser utilizado por más particulares, que compraban con tarjeta de crédito en portales de China o EE.UU. todo tipo de bienes de consumo”.
Estas operaciones llegaron a representar unos u$s1.000 millones anuales, bancados con reservas, cifra que fue complicando a un kirchnerismo acuciado por la falta de dólares.
Ya en el arranque de la gestión macrista, el titular de la AFIP, Alberto Abad, había anticipado que se estaba trabajando en una importante flexibilización para las operaciones de compra a través de tarjetas de crédito en el exterior.
Una de las principales novedades que planteaba el funcionario es que cuando un particular adquiera un bien traído de afuera del país, no iba a tener que ir a buscarlo a una delegación oficial, sino que podría recibirlo en la comodidad de su casa.
“Se tienen que terminar en la Aduana las colas de gente que quiere retirar lo que compró”, argumentó el funcionario en el arranque del año, algo que hasta el presente no pudo cumplimentar, habida cuenta de que llegaron a registrarse colas de hasta seis horas en ese lugar.
¿Cómo funcionaba el sistema hasta 2014, antes de las trabas que fijara el kirchnerismo? Si un particular traía al país una encomienda que no superaba los 20 kilos, podía recibirla en su casa a través del correo oficial expreso.
Si superaba ese tope y llegaba a los 50 kilos, la compra también era enviada al hogar del “microimportador” pero a través de alguna de las empresas courier (las más conocidas son FedEx y DHL).
Sin embargo, con la implementación de las primeras trabas, la AFIP -conducida en ese entonces por Echegaray– empezó a obligar a los particulares a retirar la mercadería en Aduana, previa presentación de una declaración jurada.
No sólo eso: también se impuso una franquicia de u$s25 libres de impuestos para realizar hasta dos compras por año vía Internet (en total, el tope sería de u$s50 anuales).
Si la mercadería comprada supera ese límite, entonces hay que aplicar un arancel del 50%sobre el valor del producto.
Además, si el bien que se adquiere fuera del país sobrepasa los u$s1.000, la operación entra directamente al Régimen General de Importación.
Es decir, requiere de la gestión de un despachante de Aduanas, lo que termina encareciendo cualquier adquisición.
“En un primer momento, esto llevó a que muchos dejaran abandonadas compras que habían realizado a través de portales web. Con el tiempo, hubo miles de personas que optaron por no hacer más este tipo de operaciones”, afirmó Ponce.
Si bien Abad no dio precisiones sobre los plazos en los que se aplicarán estos cambios, hoy la expectativa está puesta en la flexibilización de un sistema que el kirchnerismo endureció al límite a raíz de la falta de dólares.
A continuación, el texto de la flamante resolución general próxima a oficializarse:
Las primeras reacciones frente a la flexibilización del servicio puerta a puerta llegaron desde el sector textil.
“El relajamiento de las regulaciones puede ser aprovechado en desmedro de la industria, siempre que no haya controles”, advirtió a iProfesional Marco Meloni, vicepresidente de ProTejer.
“Si se vuelve a permitir la entrada de hasta 50 kilos, sin realizar una presentación formal como la que debe hacer un importador en regla, esto puede ser perjudicial“, agregó el directivo.
Para Meloni, “será clave que el Gobierno –en caso de avanzar con la facilitación de este régimen- evalúe quién hace compra, qué tipo de productos ingresa y con qué frecuencia, porque no es lo mismo alguien que se hace traer un par de corbatas que otro que importa varios kilos de mercadería y de manera continua”.
En tanto, Mariano Kestelboim, economista y consultor experto de la industria textil, destacó que “va a haber una mayor demanda del servicio courier y, desde ya, esto va a contribuir a que se acentúe el nivel de caída de la actividad“.
El experto recalcó que “esta medida va a favorecer a los consumidores, sin lugar a dudas, que van a tener más facilidades para acceder a una oferta más variada y seguramente a menor costo”.
Pero, al mismo tiempo, “contribuirá a deteriorar la actividad interna”, aseguró.
Los referentes de la industria recuerdan con preocupación lo que sucedía en 2012, en el momento de mayor auge de compras a través de páginas de Internet del exterior, cuando hasta las más reconocidas tiendas de ropa de Estados Unidos alentaban la importación de indumentaria.
Frente a esta posible “guerra de precios”, muchos en la industria se preguntan si la estrategia de flexibilizar y facilitarle las operaciones de importación a los particulares no tiene también el objetivo de ponerle un techo a la inflación, especialmente a la que se gesta en parte de la cadena comercial.
Fuente: iprofesional.