Un programa que tienda a frenar la caída de la economía, apunte a la sustentabilidad fiscal, ponga eje en la producción, el conocimiento y la atención de los más vulnerables fueron algunas de las claves sobre “cómo pensamos la economía”, en palabras del flamante ministro de la cartera, Martín Guzmán. Se pronunció a favor de “un diálogo constructivo” con los acreedores de la deuda pública – incluyendo al Fondo Monetario Internacional – y se manifestó en contra del financiamiento con emisión monetaria porque tendría un efecto “desestabilizante”. Guzmán enfatizó también que el programa económico que llevarán adelante será “consistente” e “integral” y descartó modificaciones, al menos en lo inmediato, en el esquema cambiario.
“Venimos a resolver una muy profunda crisis económica y social”, “la situación es de extrema fragilidad, estamos navegando por un fino corredor”, fueron algunas de las expresiones que utilizó el nuevo titular del Palacio de Hacienda para referirse a la herencia recibida. En el único momento que Guzmán dio cifras fue cuando se refirió precisamente a la situación recibida. Así, recordó que más de 500.000 personas ingresaron al grupo de los indigentes en los últimos cuatro años, anticipó que la inflación rondará el 55% en 2019, dijo que la administración anterior aplicó un modelo que no ha funcionado en el mundo y ha generado vulnerabilidad social, y destacó la “fuerte destrucción de empresas”.
En una expresión que puede interpretarse como un intento de acotar expectativas, el ministro dijo que llevará adelante “un programa para frenar la caída, dada las restricciones que enfrentamos, y sentar las bases para un proceso de desarrollo sostenible y con inclusión social”.
Se diferenció de lo que consideró el manejo “irresponsable” de la gestión saliente y aseguró que apunta a trabajar “con seriedad y sin creer en dogmas”. En particular, criticó el endeudamiento externo, que no se usó para ampliar la capacidad productiva. Así, se refirió al estado de “virtual default” como “reconocen los mercados y reconoce el FMI”.
El ministro consideró que la carga de intereses hace que el déficit fiscal sea muy grande. A su juicio, Argentina tiene que “converger a una situación fiscal con superávit primario, pero no se puede hacer de golpe”, descartó que fuera el año que viene, porque sería necesario “un ajuste fiscal brutal que agudizaría la situación”. Así, anticipó que “el año 2020 no es un año en el cual se pueda hacer ajuste fiscal. Una contracción fiscal mayor acentuaría la recesión”.
Precisamente, sostuvo que “para no tener que hacer un ajuste fiscal brutal, es necesario resolver el problema de la deuda”, pero, reiteró con un programa que haga centro en la consistencia macroeconómica para lograr desarrollo y atacar la pobreza.
Dijo que se irá hacia un “proceso paulatino pero persistente de desinflación” pero no sólo utilizando la política monetaria sino aplicando un plan consistente. Ese plan, explicó, “tiene que ser compatible con los otros desequilibrios que hoy exhibe la economía. No se debe atacar solo con política monetaria como se hizo en el pasado reciente; esto debe ser atacado con una estrategia macroeconómica integral, que tiene que tener en el centro la cuestión social”.
Siguiendo lo planeado por el presidente Alberto Fernández, consideró que para pagar la deuda es necesario generar capacidad de pago y para ello se tiene que recuperar la economía. En tal sentido, planteó que la relación con los acreedores no es sobre la base de la disputa, sino sobre una relación “constructiva”. Como se dijo, no dio números – anticipó que serán informados por escrito – pero adelantó que se definirá un sendero de superávit primario y resultado comercial “que sean consistentes con la estructura de deuda modificada”.
Al respecto, precisó que ya han tenido conversaciones con el FMI y señaló que hay un reconocimiento del organismo multilateral en cuanto al fracaso del anterior programa aplicado en la Argentina, de donde la tarea que queda es hacer entender la necesidad de avanzar en el nuevo programa que están implementando. Como elemento a favor, sostuvo que el FMI “reconoce la grave situación argentina”. También indicó que “el FMI va a ser parte de eso” al tiempo que comento que ya han comenzado las conversaciones con los acreedores privados.
Un punto interesante que planteó es que si “el FMI modificara su uso (de los prestamos) hacia inversiones públicas que generen capacidades productivas”, Guzmán dio a entender que se aceptaría este tipo de crédito. Ahora, el FMI no da brinda este tipo de préstamos que sí otorgan otros organismos multilaterales, lo cual resultó extraño su comentario.
No obstante, en todo momento el ministro sostuvo que el programa será propuesto por la Argentina, como país soberano. También advirtió que, en cuanto a los plazos de la negociación con los acreedores “no vamos a permitir dilatar el problema para que ingrese en una dinámica desestabilizante de más ajuste y más recesión”. Los detalles, dijo, se irán conociendo en el día y día.
Leyes
El titular del Palacio de Hacienda adelantó que en los próximos días se conocerá un plan de solidaridad y reactivación productiva que contendrá “medidas para lidiar con la profunda crisis económica y social” con la “premisa central de proteger a los más vulnerables y restablecer condiciones para frenar la caída”.
Ante una consulta de Ámbito, Guzmán dijo que los detalles de los aumentos a jubilados, planes sociales y empleados públicos estarán contenidos en el proyecto Ley de Solidaridad y Reactivación Productiva que será presentado en sesiones extraordinarias del Congreso. Particularmente criticó la “brutal” caída en las jubilaciones durante el gobierno de Cambiemos.
Al presentar a su equipo, destacó la gran capacidad profesional de sus colaboradores, a los que definió como profesionales sobresalientes con experiencia en el sector público, que conocen muy bien “el rol del Estado en crear condiciones para un mejor funcionamiento”. Aquí también se diferencia de aspectos de la gestión Macri, o al menos de algunos de sus funcionarios que defendieron una posición de libre mercado.
El pensamiento de Guzmán parece encuadrarse en las corrientes de pensamiento alemán de la economía, en el sentido de defender el funcionamiento de los mercados pero con un Estado presente que tienda a un mayor bienestar, posición que también es compartida por la Iglesia católica.
Fuente: Ambito