El disparador de esa convocatoria fue un hecho bien concreto: según el acuerdo establecido con productores y refinadores, el Gobierno se había comprometido a autorizar una suba de las naftas y gasoil del orden del 6% durante agosto. En un escenario signado por la legalidad del incremento de las tarifas del gas y electricidad, la Casa Rosada no tiene margen para convalidar un nuevo aumento de los combustibles. Por lo que el presidente Mauricio Macri ordenó al ministro Juan José Aranguren suspender esa alza prevista en surtidores. Resta saber qué sucederá con el incremento acordado para el mes de noviembre, el último del cronograma fijado en el acuerdo de enero.
Esa situación adelantó una discusión inevitable. El Ministerio de Energía tiene una meta clara: quiere que durante 2017 los precios domésticos del crudo converjan con los internacionales. Funcionarios de máximo nivel de esa cartera entienden que el esquema de sostener un precio diferencial del barril no trajo los resultados esperados porque la inversión real cayó en los yacimientos y tampoco se logró avanzar en la reducción de los costos operativos en los campos; el principal desafío que tiene por delante el upstream de hidrocarburos.
Desde ese punto de vista, la continuidad de un esquema actual de precios, según el cual el crudo Medanito de Neuquén se paga entre 65 y 67 dólares y el Escalante de Chubut cotiza a US$ 54,90, no es sustentable. “Queremos avanzar en una alineación con los precios internacionales. La realidad es que el crudo hoy cuesta en el mundo por debajo de los 50 dólares. El barril criollo por encima de los 60 dólares que tenemos hoy para Neuquén no se sostiene”, explicaron a El Inversor Online allegados a la cartera que dirige Aranguren. En rigor, la idea fuerza es lograr una baja del importe interno del barril de al menos un 20%: en Energía imaginan un precio del Medanito en torno a los 55 dólares.
Las principales productoras del país –con YPF, Pan American Energy (PAE), Pluspetrol y Tecpetrol- ya están al tanto de la visión del Ejecutivo, que impactará de plano en los economics de los proyectos en el área de exploración y producción. “Con los costos que tenemos hoy es imposible que algunos desarrollos de petróleo en yacimientos locales cierren con un crudo por debajo de los 60 dólares”, advirtió el vicepresidente de Operaciones de una petrolera. “Está claro que durante la última parte de este año e inicios de 2017 se acentuará una baja de la actividad, probablemente en el orden del 20 por ciento”, añadió.
Los productores interpretan que con el petróleo local cerca de los 50 dólares muchos de los proyectos de extracción de crudo en Santa Cruz y Chubut se tornarán inviables. “La tasa interna de retorno para esas inversiones ya es baja por el incremento de los costos operativos. Si el precio interno cae, la TIR perforará la barrera del 10%, es decir, apenas permitirá cubrir el costo de financiamiento”, analizó un economista especializado en el negocio hhidrocarburífero. “En la cuenca Neuquina, en tanto, será difícil encarar nuevos proyectos marginales. Por todo eso, lo más probable es que la producción de crudo comience a caer”, alertó.
Las refinadoras no integradas (sin producción de crudo), como Axion Energy, Shell y Oil, dejaron entrever al Gobierno que sin aumento del precio de las naftas en surtidores es inviable seguir pagando un precio del crudo liviano en el orden de los 67,50 dólares, como estaba acordado. “Algunas petroleras ya están pagando un precio mayor, de alrededor de 65 dólares por barril, pero frente a la imposibilidad de aumentar los combustibles como estaba previsto es necesario buscar un nuevo acuerdo temporal de precios para el último cuatrimestre del año porque las refinadoras no podemos seguir pagando estos precios del crudo por el encarecimiento de los costos medidos en pesos”, indicaron desde una refinadora.
En lo que coincide toda la cadena de valor de la industria es en la necesidad de convocar una mesa para dar una discusión integral, en la que no sólo se negocie el precio del petróleo para 2017 –una variable clave a la hora de proyectar inversiones en los yacimientos para el año que viene- sino también otras variables estratégicas como la readecuación de la industria a las condiciones actuales del negocio; una baja ordenada de la actividad; una eventual retracción de la carga impositiva en surtidores; y la mejora de la productividad en los campos locales. Las petroleras apuntan a incluir en la discusión a otras carteras de Gobierno como el Ministerio de Interior, que encabeza Rogelio Frigerio, y el de Hacienda, de Alfonso Prat Gay.
“Si lo que viene es un ajuste de la actividad, será necesario coordinar con Frigerio un incremento de la obra pública en aquellas localidades donde sea necesario absorber los puestos de obra que quedarán ociosos en la industria petrolera”, proyectó otro ejecutivo del sector.
El Brent –la referencia para Europa- cerró ayer a 45,45 dólares. En Energía saben que transpolar ese precio al mercado interno sería muy nocivo para la actividad porque son pocos los proyectos en el upstream doméstico que cierran a esos precios. Pero sí aspiran a recortar con fuerza el precio del crudo que reciben los productores. “Es inviable que el Medanito se siga pagando a 67,50 dólares. Un precio más real para ese tipo de crudo se ubica cerca de los 55 dólares”, adelantaron fuentes cercanas al Ministerio.
En lo inmediato los refinadores plantearán algunas mejoras coyunturales para mantener sus márgenes de destilación de crudo. “Desde la devaluación de diciembre pasado, el dólar se apreció un 55% mientras que los combustibles aumentaron un 32%. Es decir, aún no se recuperó esa diferencia. Si el Gobierno no está dispuesto a aumentar el precio de los combustibles, una alternativa podría ser, por ejemplo, bajar 5% el valor de los biocombustibles que estamos obligados a cortar las refinadoras”, propusieron desde una petrolera.
En gran medida, la discusión que viene estará atada a lo que suceda con YPF, el mayor jugador del mercado, con un 36% de la oferta de hidrocarburos y una participación del 55% en el mercado de combustibles. A tono con lo que sucede a nivel mundial, la petrolera controlada por el Estado no enfrenta su mejor momento: en el segundo trimestre del año perdió $ 753 millones. “Será difícil avanzar en la dirección (que pretende Energía) mientras no se defina la trayectoria del precio en surtidor para lo que resta de 2016 y todo 2017. Particularmente, la industria en su conjunto debe definir cómo se adapta a menores niveles de precios y márgenes inferiores a los actuales. Hay otros stakeholders que deben entender las consecuencias que trae aparejadas un crudo que a nivel internacional está por debajo de los 50 dólares”, explicaron allegados a la mayor empresa del país.
Con todo, nadie espera que las negociaciones que empezaron la semana pasada se salden en lo inmediato. La mayoría de las fuentes consultadas por este medio estima que durarán dos o tres meses. “Hay dos cosas que parecen estar claras: una, que el precio interno del crudo caerá durante 2017, lo que provocará una mayor caída de la actividad, al menos durante los primeros meses del año. Segundo, que un sector del Gobierno está dispuesto a permitir la importación de petróleo y derivados a precios internacionales para sincerar la economía local. Eso beneficia a las petroleras no integradas, pero juega en contra del desarrollo de la producción local. La clave está en ser creativos para encontrar un equilibrio entre ambas realidades”, aseveró el director financiero de una petrolera.
Fuente: Inversor Online.