De la mano de la crisis energética desatada durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, el déficit en la producción de gas para consumo industrial ,vehicular y fundamentalmente domiciliario, llegó a valores tales que la provisión del fluido corrió serio riesgo de colapsar. Desde el Ministerio de Planificación a cargo de Julio De Vido se recurrió entonces a la firma de un mega millonario contrato con la empresa “Exelerate energy”, una naviera estadounidense dedicada entre otras cosas a proveer buques con tecnología y personal especializado en la compleja operación de transformar combustible líquido que es aportado por otros barcos (denominados “metaneros”) en gas apto para el consumo domiciliario e industrial.
La operación básicamente consiste en el montaje de una red de interconexión entre el puerto y las cañerías de gas de la red nacional, el amarre de los buques regasificadores a muelles especialmente adaptados, y posteriormente la sucesiva llegada de buques de menor porte (más chicos) que traen en sus tanques metano líquido que es traspasado al regasificador y allí es convertido al estado gaseoso para su inmediata inyección en la red nacional.
En Junio de 2008, amarró en Bahía Blanca el primero de estos buques, y tres años después lo hizo uno similar en el puerto de Escobar. Lo que se programó como un paliativo temporario, se perpetuó en el tiempo al punto tal, que los regasificadores debieron ser reemplazados varias veces, ya que al menos cada dos años, deben realizar sus verificaciones técnicas de revalidación de certificados para poder navegar lo que implica llevarlos a dique seco.
Tal como informara Infobae oportunamente: en torno a esta operatoria se generaron una serie de negocios paralelos, no siempre transparentes, muchos de los cuales hoy están siendo investigados por la justicia.
El primer “escollo” que debió salvarse, fue el que se suscitó con las tripulaciones de los “regasificadores” ya que la legislación argentina es clara cuando sostiene que todo buque que opere en aguas territoriales por más de 30 días (al margen de su nacionalidad) debe ser tripulado por marinos argentinos. Esta exigencia derivó en un conflicto ya que los tripulantes locales carecían de entrenamiento para este tipo de operación, lo que derivó en un estrafalario acuerdo entre la representante local de la empresa regasificadora y el SOMU conducido por Omar Suárez, mediante el cual se le pagaría el sueldo a los tripulantes, sin que estos se presentarán a bordo.
En la actualidad mientras el ex titular del sindicato marítimo se encuentra en prisión acusado de asociación ilícita, los otros firmantes del acuerdo, continuaron hasta hace pocos meses negociando con el Estado Nacional todo lo atinente a la operación de la flota gasífera. Por otra parte, finalmente Excelerate, aceptó la presencia de tripulación argentina previamente capacitada. En la actualidad ambos buques son operados por argentinos casi en su totalidad.
Otros “negocios” derivados de la falta de gas, fueron la compra del fluido a distintos proveedores internacionales, el poco control sobre la variación de picos de demanda estacionales con la consecuente acumulación en los antepuertos de buques que no podían descargar el gas y cobraban millonarias ” sobreestadías” por lucro cesante, las pujas internas por los servicios de remolque y practicaje, y hasta el faltante de un buque completo de metano, que el país pago y nunca llegó a puerto.
Más allá del costo del gas en sí mismo, durante estos años el país pagó un promedio de USD 150.000 diarios en concepto de costos de operación de cada regasificador. Hace poco más de un año el gobierno autorizó el ingreso de 11 remolcadores extranjeros pertenecientes a la danesa “Maersk” para intentar reducir algunos costos fijos de operación. La decisión generó mucho malestar en los navieros locales, los que ahora temen que esos remolcadores extranjeros se vuelquen a atender otros servicios. Para reducir costos, la naviera Maersk firmó convenios laborales “a la baja” con los gremios locales.
Sin lugar a dudas uno de las más complejas maniobras montadas en torno a la operación de estas naves, fue la correspondiente a la facturación de todos los servicios de apoyo. Así por ejemplo, las empresas de practicaje (práctico es el profesional que guía al capitán en un canal y/o durante la maniobra de amarre) facturaban sus servicios al agente marítimo local y por separado eran compelidos a realizar descuentos de hasta un 25% de su tarifa mediante la emisión de notas de crédito. Los agentes marítimos locales pagaban el neto, pero giraban al exterior la factura bruta sin el descuento, generando decenas de miles de dólares de diferencia en cada viaje. El sobrecosto finalmente era abonado por ENARSA.
Actualmente el gobierno nacional, intentó modificar el status quo de esta contratación, proponiendo a “Excelerate” contrataciones parciales “a demanda”, pero según la naviera de USA, la operación cierra si los buques están afectados en forma permanente al servicio del país. Desde Energía se decidió entonces dar por terminados los servicios en Bahía Blanca y continuar por ahora con las contratación en Escobar.
Hace dos años, “Excelarate” efectuó un reconocimiento a Argentina por ser su mejor cliente y por ser el único país del mundo en tener operando en forma simultanea dos buques y ser por lejos el país en el que prestó servicios durante mayor cantidad de tiempo en forma ininterrumpida.
El gobierno confía que la producción del yacimiento de Vaca Muerta, permitirá en el próximo invierno suplir la presencia del regasificador de Bahía Blanca, de no ser así, eventualmente se considera la importación de gas vía terrestre, ya que el regasificador de Escobar atiende en forma exclusiva al gran Buenos Aires y zonas circundantes.
Mientras tanto, las autoridades municipales y los vecinos de Bahía Blanca, celebran la partida del imponente “Exemplar”, ya que al margen de todas las medidas de seguridad adoptadas, la operación de naves regasificadoras, está internacionalmente calificada como de altísimo riesgo y no hay antecedentes del emplazamiento de este tipo de depósitos flotantes de gas en puertos comerciales pegados a centros urbanos, tal el caso del puerto Bahiense de “Ingeniero White”
Fuente: Infobae,.