La sierra perdió filo, el compresor entró a fallar, la lijadora se ahogó en viruta y el pelo de unos cuantos pinceles terminó hecho un matete, pero acá está, preciosa, nuestra nueva estantería, alzada sobre siete montantes que alcanzan, fácil, los cinco metros de altura, 44 estantes compuestos por un total de 275 tablas de pinotea.
Todo un verano de trabajo para dar sostén a nuestras ganas, a nuestros aprendizajes, a nuestras manías, a tantos shablones, tantos plantines, tantas tipografías, entre las que encuentra lugar, también, la pregunta acerca de quiénes somos y qué nos reúne en este espacio al que llamamos Prende y que, como ven, cuando prende, no para.
Demás está decir que nada hubiera sido posible sin la labor de Guillermo Beluzo y Matías Mancisidor, dos magos de la madera, y sin la mano solidaria de la banda brava del barniz y la laca: Adriana, Fanny, Estela, Monica, Nora, Titi, Graciela, Camila, Betty, Silvia, Florencia, Yesica, Romina, Malena, Anita, Julieta, Analía, Guillermina, Paola, Ivonne, Alejandra, Mélani, Isabel, Carlos y Pol; cada cual poniendo el hombro donde hacía falta, moviendo cosas pesadas para poner en su lugar una cosa más pesada aún, por dimensiones y, sobre todo, por historia.
Porque este armatoste no es nuevo. Sus piezas formaron parte de las instalaciones que Empresas Eléctricas de Bahía Blanca (la compañía que construyó el Castillo, que luego fue DEBA, y aún después ESEBA), tenía en el cruce de las calles Fitz Roy y Santa Fé, actual sede del @bahiahub.
El armado de esta estantería forma parte de “Múltiple”, el dispositivo de museografía mutante que llevamos a cabo con ayuda de @fundacionwilliams.