En medio de las emociones encontradas y revueltas, los problemas irrumpen cotidianamente. De pequeños a muy importantes, a veces te cuesta priorizar y dar la relevancia apropiada para encarar las soluciones. A continuación, tres técnicas sencillas que permiten obtener mayor claridad casi instantáneamente para impedir que los problemas desborden. Poniéndolas en práctica, se observa mayor claridad y consciencia a la hora de tomar determinaciones.
Técnica 1: Enmarcá el problema
Aplicando la visualización creativa, es importante tomar un momento para cerrar los ojos y visualizar un mapa completo del problema o situación que aflige en ese momento. Imaginar que se toma un marco de madera, como los que se utilizan en los cuadros o espejos. Visualízarse sosteniendo el marco con las dos manos, y colocarlos frente a uno, a cierta distancia de los ojos. Ahora, a través de él, ver el foco del problema, lo más acuciante.
Toma consciencia del entorno, y cómo éste va perdiendo potencia, porque el foco está puesto en lo esencial. Lo demás es accesorio. De esta forma, se enmarca el problema y se detecta qué es lo más relevante para tomar acción. Y, desde este lugar de observación más preciso, se podrán definir las mejores decisiones. Circunscribirlo a un espacio mucho menor que ese “problema gigante” que estaba en la mente hace que ya no invada toda la energía ni atención.
Ahora queda resolver lo que está enmarcado, y el resto va a pasar a un segundo plano.
Técnica 2: Perspectiva
Por lo general, el 95% de los seres humanos definen una actitud positiva cuando las cosas van bien, y negativa, cuando sucede lo contrario. En el medio existe la actitud neutral, que es una alternativa para colocarse por un momento en el rol del observador consciente.
Sin tomar acción inmediata, imaginá que estás remontando vuelo en un globo aerostático o un avión, y que vas perdiendo de vista el gran problema que invade todas tus emociones. Mientras ascendés, podés ver eso que te preocupa tanto desde distintas posiciones. ¿Qué sentís? ¿Podés ver algún punto de vista diferente? ¿Qué emociones aparecen? ¿Si le pusieras palabras, cuáles serían? ¿Si el problema te hablara, qué te diría? Observa cómo se va haciendo más diminuto, a medida que tomás altura, hasta que desaparece.
Tomá consciencia de las distintas perspectivas que podés ver al hacer este ejercicio. Su propósito es adquirir herramientas de información neutral, a través del desapego emocional a lo que estás viviendo. Al observar el problema en diferentes perspectivas seguramente aparecen alternativas de resolución. Con el ejercicio constante, podrás entrenarte en tener esta visión dinámica de las situaciones, problemas y las cosas, para focalizarte en la solución, y no preocuparte en exceso.
También te ayudará pensar en forma práctica: ¿qué es lo peor que puede pasar en esta situación? Te darás cuenta que, en muchos casos, nuestras fantasías negativas son mucho más grandes que la realidad, o la forma en que puede resolverse.
Técnica 3: Comparación indirecta
Aunque cueste asumirlo, casi todas las situaciones que vivimos, en algún lugar interno muchas veces inconsciente, las hemos creado, provocado o permitido. Sin ponerlo en términos de culpa, y sí de responsabilidad personal, necesitás observar los problemas incluyendo tu parte para que resulten de esa forma. Es más sencillo echar la culpa a otro. Sin embargo, en la mayoría de los casos hay una implicancia individual para que las cosas se desaten de cierta forma.
Esta técnica de comparación directa te invita a bucear profundo en lo que sentis en ese momento: cuáles son tus emociones; cómo está tu respiración; si hay alguna manifestación física extraña; si percibís algo diferente en vos cuando estás en medio del problema.
Luego, escribí el problema en el centro de una hoja en blanco. Trazá líneas como te surjan, sin que tu mente intervenga, y escribí otros acontecimientos del pasado reciente o lejano, que pudieron desencadenar algo de lo que hoy de preocupa. ¿Qué observás? ¿Hay algo para aprender de ello?
Y yendo un paso más profundo en este ejercicio, observá si, por fuera de este problema, hubo en el pasado situaciones que pueden emparentarse con la actual. Trazá líneas punteadas en los bordes de la hoja, y escribí esas conexiones con las demás ramas de este mapa emocional que estás dibujando. Observá neutralmente lo que acabas de construir. ¿A qué conclusiones arribas? Seguramente aparecerá algo más de claridad sobre el problema actual; y también, alternativas de solución.
Escríbilas. Hacé una lista, tan extensa como sea factible. Trabaja sobre estas posibles resoluciones para llevarlas adelante. Reconoce el estado emocional en el que estás: casi con certeza, de mayor claridad. Y ese es el objetivo de este ejercicio.