Un científico del CONICET determinó los valores de temperatura que impiden mantener el equilibrio o coordinación motriz, así como las que resultan letales, en ocho especies autóctonas de peces, datos que pueden ser relevantes para el estudio y conservación de los ecosistemas en un escenario de calentamiento global.
El trabajo fue realizado por el doctor Sergio Enrique Gómez, integrante de la División Ictiología del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN), en la Ciudad de Buenos Aires. El investigador estudió 116 ejemplares de aguas templadas capturados en la laguna de Chascomús y en el delta del Paraná bonaerense, esto es, peces “pampásicos” (pertenecientes a una ecorregión que incluye la llanuras del este argentino entre los 33 y 39° de latitud sur).
Mediante bioensayos en condiciones de laboratorio, la investigación procuró establecer el grado de deterioro de los peces que se derivan de variables ambientales. “Su vida depende de la temperatura, del nivel de acidez, del oxígeno disuelto, de la salinidad, de la velocidad de la corriente o de contaminantes de los cuerpos de agua que habitan”, afirmó Gómez, licenciado en Ciencias Biológicas por la UBA (1982), doctorado en la Universidad Nacional de La Plata (1988) y autor de 80 estudios científicos publicados.
El investigador constató que los peces de superficie y de zonas litorales con vegetación tienen mayor tolerancia térmica que los peces de fondo, que viven en hábitats más estables. Sin embargo, en casi todas las especies, cuando la temperatura de aclimatación supera los 25°C, la muerte llega entre los 39° y 41° C (con la pérdida de equilibrio ocurriendo entre 1 y 3°C menos).
Entre las especies estudiadas figuran Cnesterodon decemmaculatus, conocida popularmente como “madrecita” (aunque hay otras dos especies que comparten esa denominación vulgar), y Odontesthes bonariensis, también llamado “pejerrey bonaerense”, que era muy abundante en las lagunas de la región. También, Australoheros facetus (“chanchita”) y Callichthys callichthys (“cascarudo”), aunque Gómez enfatizó que prefiere los nombres científicos porque evitan imprecisiones.
Los estudios de susceptibilidad de peces a temperaturas extremas en condiciones de campo y laboratorio se realizan al menos desde 1975 en el Instituto Nacional de Limnología, que depende del CONICET, en la provincia de Santa Fe.
El estudio, publicado en la “Revista del Museo Argentino de Ciencias Naturales” (vol. 16, N° 2), brinda información que “podría ser útil para el manejo y la conservación de la biodiversidad”, destacó Gómez a la Agencia CyTA-Leloir. “La falta de un eslabón puede tener diversas consecuencias, incluyendo la destrucción total. Los valores letales de temperatura están relacionados con el grado de inestabilidad del ambiente que está en aumento por el cambio global”.
(Agencia CyTA-Instituto Leloir)