Para el maíz, esta situación pronostica una menor oferta del cuarto mayor exportador mundial, lo que podría impulsar el valor del cereal en momentos en que los precios internacionales de los granos están debilitados debido a amplios suministros globales.
“Prevemos caídas de ventas tanto de soja como de maíz. No sabemos cómo va a terminar el número, pero sí sabemos que estamos más atrasados”, dijo Obdulio San Martín, gerente comercial para el cono sur de Don Mario, la mayor proveedora de semillas de soja en Argentina.
De acuerdo con el ejecutivo, para la cosecha 2015/2016 se espera que la superficie sembrada con maíz se reduzca al menos un 30 por ciento y que por ende la venta de bolsas se desplomaría entre un 30 y un 40 por ciento.
Otras estimaciones son menos pesimistas. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires calcula que el área de maíz comercial se reduciría un 20 por ciento a 2,72 millones de hectáreas ante los bajos precios y un mayor costo de producción al de otros granos.
En el ciclo 2014/2015 el país sudamericano había tenido una cosecha récord de 33,8 millones de toneladas, incluyendo al cereal forrajero.
En Argentina los agricultores se quejan de que los límites que el Gobierno aplica a las exportaciones de maíz para asegurar una oferta doméstica abundante hacen caer los precios locales del cereal y corroen los márgenes del negocio. A eso se suma el alza de costos por una inflación anual cercana al 25 por ciento.
Por eso, muchos productores se volcarán a sembrar soja, que requiere una menor inversión y brinda mayor rentabilidad en un contexto de bajos precios globales de las materias primas. La temporada de siembra de ambos cultivos arranca en septiembre.
Pero esa migración de cultivos no impulsaría las ventas de semillas de la oleaginosa, que en el ciclo 2014/15 alcanzó un cosecha histórica de 61,4 millones de toneladas.
“En soja creemos que la superficie crecerá, pero el productor se va a pasar al uso propio (de semillas obtenidas de su propia cosecha) o al comercio ilegal, que es más barato porque no paga regalías”, dijo San Martín.
Argentina es el principal exportador mundial de harina y aceite de soja y el tercero de la oleaginosa sin procesar.
Muchas de las semillas en el país son desarrolladas por Monsanto y, según la ley local, los productores deben pagar derechos de propiedad cuando las compran. Sin embargo, pueden usar gratuitamente aquellas que ellos mismos reproduzcan en su cosecha, conocidas como semillas de “uso propio”.
En un intento de combatir el comercio ilegal de semillas, que según los expertos es un problema creciente, Argentina aprobó en junio una norma que obliga a los agricultores a declarar desde este año el origen de sus simientes.
Fuente: Reuters