Con la presencia a la distancia del Padre Luciano Guardia, la 913º edición de IngenieroWhite.Com, emitida por La Brújula 24, contó una serie de reflexiones del párroco de nuestra localidad sobre la situación que estamos viviendo y los efectos de la pandemia en la sociedad.
«Uno vive este tiempo con incertidumbre, pena y dolor por el sufrimiento de la gente. Nuestra actividad en comunión se ha acotado muchísimo y eso también nos toca de cerca. El consejo que siempre doy es tener una mirada universal de las cosas y saber que a todos nos está pasando lo mismo», mencionó Luciano.
–¿Cómo está funcionando la Iglesia durante estos meses?
–Si bien esta semana estuvo cerrada por las condiciones climáticas, se puede abrir la iglesia para rezos individuales con el protocolo de higiene, alcohol en gel y el uso de tapabocas. Los fieles pueden venir de forma personal y no se puede tocar las imágenes, ni van a encontrar agua bendita en el ingreso. Además, aprovechando nuestras grandes dimensiones, hemos armado una especie de corralito en el acceso principal y divido la iglesia en dos.
«Estamos cumpliendo con todo lo que se pide y siendo responsables, que es la única vacuna que hoy tenemos. Como ha manifestado el Cardenal Poli, nuestra actividad no es de carácter esencial sino que es vital», aseguró.
–¿Cómo ves las reacciones y las conductas de nuestra comunidad?
–Hay mucha gente que ha hecho las cosas bien a nivel personal y fue responsable. Destaco los sentimientos de solidaridad y agradezco mucho a la gente que ayuda en estos momentos. Esta crisis despertó muchos sentimientos a la hora de tener en cuenta al otro, entendiendo que estamos todos en el mismo barco y el mundo es más pequeño de lo que imaginamos.
«También quiero destacar a los fieles que nos han dejado sus ofrendas habituales, lo cual nos permite cubrir el mantenimiento. No es fácil, pero vamos día a día. La última misa pública fue el 15 de marzo, teníamos bautismos anotados hasta diciembre y casamientos que también tuvieron que reprogramarse», comentó.
«Pensando en lo que viene, tenemos que valorar estos sentimientos de solidaridad para que no se vayan cuando termine la pandemia. Esto nos sirvió como una experiencia de humildad para entender que no somos tan grande como nos percibimos», cerró Luciano.