Acá la primavera no es sólo el tiempo de las alergias y los enamorados. Para las huerteras del Prende resulta, además, una tarea. Un quehacer que no comienza el 21 de septiembre, sino una mañana fría de julio o agosto, en el gesto de reunir sobre la palma de la mano semillas que cuesta pescar entre los dedos.
Acá la primavera es primero una promesa. Un deseo conjurado en un tarrito con tierra. La sospecha de que en este presente difícil la vida se vuelve un complot, arraigado a la fuerza terca de todo lo que renace.
De los encuentros huerteros de este invierno participaron alumnas y alumnos del Centro de Formación Profesional 401 y de la Escuela de Educación Media N° 1 e integrantes del Centro Socioeducativo del barrio Saladero, junto a vecinxs de la Sociedad de Fomento y del Centro de Jubilados del barrio Bulevar, con el apoyo del Inta Bahía Blanca y de la Delegación Municipal de Ingeniero White.