Desde el año pasado, sumamos una nueva propuesta: Poesía en la cocina, un taller macarrónico para adolescentes, con ejercicios de exploración poética a partir de una pizza, una torta, un recuerdo, una ensalada de frutas, una imagen o una canción.
Durante cinco encuentros escribimos y cocinamos, nos preguntamos por monumentos de harina, agua y muzzarella, por el sabor y el ritmo de una ciruela, por las capas que puede tener un poema, una torta o un sandwich primavera.
Como cierre de los talleres, los y las participantes compartieron un almuerzo festivo con las integrantes de la Asociación Amigas del Museo y personas invitadas al 12º Festival de Poesía Latinoamericana de Bahía Blanca, que llegaron desde Costa Rica, Uruguay, Paraguay, Perú, Santa Fe, Entre Ríos, Tucumán, Trelew, Buenos Aires y otros puntos del mapa.
La consigna del encuentro era muy simple: traer un poema sobre cocina o comida para compartir al mismo momento de probar la cazuela. Entre canciones, arroz, poemas, azafrán y mariscos, Matías Garay, de 20 años, se acercó al micrófono para leer por primera vez en público el primer poema que escribió en su vida.
Y decía:
Al final