Las aguas del río Paraná se acostumbraron en los últimos años a oscilar su altura pero en 2021 bajaron a niveles históricos y eso generó preocupación e inconvenientes, afectando considerablemente la vida ambiental, económica, productiva y social de ciudades a la vera del agua en Entre Ríos, así como el futuro de su flora y fauna hasta al menos 2025.
A mediados de febrero, el río se mantenía con una altura superior a los 3 metros en Paraná, capital entrerriana, recuperándose de una caída significativa durante el 2020 pero comenzó una nueva bajante que marcó su historia y su vida.
Para marzo, las aguas ya tenían menos de 3 metros; cayeron a poco menos de 2 metros en abril; a menos de un metro de altura para mayo y se mantuvieron en un franco descenso, hasta superar las bajantes históricas de de 1971 (0,50 metros), de 2020 y 1970 (0 metros).
El 18 de agosto pasado, el río Paraná marcó una altura de -0,46 metros (por debajo del nivel del mar) en la capital de Entre Ríos, lejos de su nivel de aguas bajas (2,30 metros) y con más de 3 metros menos que su altura promedio histórica de ese mes (2,76 metros).
Hay que remontarse a 1944 para registrar una situación peor que la actual, cuando el río marcó -1,40 metros frente a Paraná, -1,38 en Diamante, -0,41 en Victoria y -1,11 en La Paz, muy por debajo de (-1,11).
Lo que parece sólo números, impactó fuertemente en la vida de las personas, con ciudades donde se registraron viviendas y calles costeras con grietas y quiebres en el suelo; y municipios que debieron trabajar en inconvenientes, realizando cortes programados y mejorando el suministro de agua potable.
El escaso nivel del río «sorprendió y llenó de tristeza a todos» alertó el historiador, poeta y cantautor Roberto Romani, quien explicó a Télam que hubo otros períodos de bajante pero «hoy somos conscientes de que, junto con la falta de lluvia, también es responsabilidad del ser humano».
«Por ignorancia y desidia ensuciamos nuestro rio, contaminamos sus aguas, desmontamos irresponsablemente y envenenamos su cauce», agregó el asesor cultural del Gobierno.
Si bien tuvo un repunte entre septiembre y noviembre, llegando a 1,51 metros de altura, el río actualmente volvió a caer su altura por debajo del metro.
El Instituto Nacional del Agua (INA) aseguró que la perspectiva hasta el 28 de febrero del 2022 «no permite esperar un rápido retorno a la normalidad», con probabilidad de extenderse la bajante por el resto de ese verano.
Además, el caudal entrante al delta del Paraná registró un gradual descenso a medida que fue avanzando el mes de diciembre, y prevalecerá con niveles «extremadamente bajos» hasta al menos el 31 de enero próximo.
«La mayor preocupación es que nos falte el agua potable, eso no ocurrió y estamos atentos a tener continuidad en el suministro», aseguró días atrás el gobernador, Gustavo Bordet.