Un reporte emitido por la FAO al que tuvo acceso Ámbito advierte sobre la situación económica de la región, los impactos de la guerra y una tendencia inflacionaria al alza que empeorará las perspectivas económicas de nuestra región.
Según el organismo internacional, el crecimiento estimado para 2022 -tanto global como regional- será menor al esperado y la inflación tendrá niveles altos, por encima de los promedios de los últimos años. Sin dudas, el impacto de la guerra en Ucrania se hace más visible y obliga a los estados a adoptar nuevas recetas para enfrentar lo que hasta ahora parece inevitable: la suba de precios de los alimentos. Los precios internacionales de las materias primas y la energía serán protagonistas indiscutidos por un largo período.
Al respecto, Enrique Erize, titular de la Consultora Notivas, destacó en diálogo con Ámbito que “la inflación global es un fenómeno preocupante, EE.UU. cerró mayo con una inflación anualizada del 8,5% y Europa del 9%. El indice de la FAO de alimentos que se toma como referencia al año 2015 como base 100 hoy llegó a 157 puntos”.
El analista se refiere al índice de precios de los alimentos de la FAO, que se situó en mayo de 2022 en un promedio de 157,4 puntos (100=2014-2016), lo que representa 29,2 puntos por encima del valor registrado en el mismo mes del año pasado. En los últimos dos meses presentó leves caídas gracias a una disminución de los índices de precios de los aceites vegetales y los productos lácteos, entre otros.
El debate que muchos analistas plantean es si efectivamente los precios récord que se vieron hace algunas semanas llegaron para quedarse. ¿Debemos esperar que estos precios se mantengan o comenzarán un descenso paulatino?
Según Erize, “la volatilidad del mercado internacional de granos durante las últimas jornadas se debió a dos cuestiones: por un lado el avance de la cosecha americana que viene bien y por el otro los rumores de una posible invasión de China en Taiwan. Ambas cuestiones son bajistas. Sin embargo, si observamos los últimos datos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) para la campaña 22/23, los stocks de soja y maíz se ubican en niveles críticos y si a eso le sumamos las cuestiones climáticas, se afianzan los fundamentals alcistas”.
Si la tendencia de precios es firme o alcista, el impacto en el rubro alimentos será cada vez más delicado. Es que la energía tiene una participación determinante en la generación de fertilizantes y éstos a su vez en el costo de los productos agropecuarios.
En cuanto a este punto, Erize destacó que “hay sólo dos razones por las cuales el precio de los granos puede ir hacia la baja: que se implemente el corredor humanitario en Ucrania para que se pueda sacar el trigo y el maíz disponible o que se concrete una invasión de China sobre Taiwán, lo que desataría una guerra comercial entre el gigante asiático y los Estados Unidos y explicaría por qué China se dedicó a comprar todos los granos lo que pudo durante los últimos dos años”.
El futuro es incierto y es probable que el Gobierno -como cualquier otro en el mundo- deba tomar decisiones en un contexto que quizá cambie de manera repentina en varias ocasiones. La realidad obliga a adoptar medidas que deben tener una precisión quirúrgica para evitar el desincentivo en la actividad privada pero al mismo tiempo proteger a quienes necesitan una intervención virtuosa para acceder a los alimentos. La exportación vuelve a tener una gran oportunidad comercial que podría poner a la Argentina en un lugar de privilegio global, pero al mismo tiempo se enfrenta a un acelerado esquema inflacionario que invita a tomar medidas restrictivas que protejan a los consumidores.
En este escenario tan complejo conviven dos situaciones que el Gobierno busca dominar, pero no lo consigue. Como ejemplo, vale mencionar que en mayo pasado en una visita oficial a España Alberto Fernández le ofreció a su el par, Pedro Sánchez, maíz argentino ante la necesitad del país europeo de contar con productos que importaba desde la zona de conflicto entre Rusia y Ucrania. Los registros de exportación de maíz -así como los de trigo- permanecen con cupos, por lo tanto no es posible aumentar las exportaciones. Mientras tanto, tampoco es posible contar con alimentos a precios accesibles para la población local.
El contexto es incómodo, pero controlar estas variables será determinante para evitar movimientos bruscos en la economía.
Fuente: Ambito.