Cuando pienso en ‘imparables’, me acuerdo de María y de Flora, en la escuela 21, preparando el guiso para que nos fuéramos con la panza llena, en Margot, que a las 5 de la tarde nos esperaba con la leche y el pan con manteca y azúcar en la capilla, pienso en la Chungui en Huracán, desafiando a los varones al fútbol, en mí mamá, la Cocó, peleándose con políticos de todos los colores para que el Bule tenga cloacas, iluminación, asfalto y hasta un puente.
Pienso en Silvia que en épocas de hambre y privatizaciones, nos llenaba de colores, imaginando otra realidad que la que nos tocaba vivir en casa.
Pienso en mí tía Titi y en su pasión por la defensa de los derechos de las mujeres. No tienen idea a cuántas nos impulsó a salir a la calle.
Pienso en Nora, que llevó el curso de panadería a la Sociedad de Fomento para capacitar a emprendedores, en la Colo buscando en la biblioteca el libro ideal para sanar el mal de amores, en Mabel preparando tortas fritas, en Katty, en Yesi, en tantas mujeres que, si pasa algo en el barrio, contamos con ellas.
Pienso en Belén que a pesar de haber sido injustamente despedida, está siempre dispuesta a ayudar. Pienso en Zule y Sabri, y en cómo cuidan nuestro museo. En las rosas de Zule, que no hay tornado que se las lleve.”
Quizás no haya mejor manera de hablar del encuentro de ayer que a través de estas palabras de nuestra compañera Romina Alonso. Cantando, contando, unidas en la acción y en la reflexión, este 8M sentimos, como nunca, la necesidad de estar cerca, apoyándonos en la emergencia, poniéndole un límite a tanta violencia, abrazándonos a las cosas que hacen que la vida merezca ser vivida.
Gracias a Clementina Zivano y Mónica Castro, de la Secretaría de Género de UMSUR. A Stella Maris Correngia y Nora Roca, por compartir su canto con nosotras. Y a Nenucha, Camila, Cocó, Romi, Flor, Yesi, Guille, Anita, Juli, América, Graciela, Rosita, Graciela, Gabi, Silvia, Gisela, Titi, Adriana, Fanny, Norita, Ale, Patricia, Gabi, Claudia, Zulema y Amelia, por ser parte del abrazo.