Tras la resolución de la crisis, las tasas de interés para exportadores bajaron un 50%. Los importadores, de tener que pagar por adelantado, ahora cuentan con un lapso de hasta 120 días.
Por el acuerdo al que llegó el Gobierno de Mauricio Macri con los holdouts, la Argentina le pudo poner fin a un largo y duro conflicto que se extendió durante 14 años y que significó una pesada carga para la economía.
Los “super precios” de las materias primas y el buen momento que supo atravesar Brasil durante un tiempo ayudaron a maquillar los problemas. No obstante, apenas comenzaron a bajar las cotizaciones de los granos y el mayor socio comercial entró en crisis, la falta de dólares se hizo sentir.
El “efecto buitres” hizo impacto, fundamentalmente, a través de dos aspectos:
– Se volvió extremadamente costoso el crédito internacional, tanto para el Estado nacional como para las provincias
– Se desplomó la llegada de inversiones del exterior, complicación que se vio potenciada con la implementación del cepo cambiario.
La resolución del conflicto implica muy buenas noticias para el ingreso de los dólares que tanto necesita el país, los que comenzarán a llegar por tres vías:
1. La financiera
2. A través de las inversiones
3. Por un mayor dinamismo del comercio exterior
Ajuste más gradualista
Regresar a los mercados internacionales será fundamental en la estrategia del Gobierno.
Esto es así dado que necesita emitir deuda para financiar el déficit fiscal de los próximos cuatro años y efectuar los ajustes de modo más gradual.
Según Economía & Regiones, el macrismo deberá endeudarse por u$s20.000 millones para cubrir necesidades correspondientes a este año y por otros u$s23.400 millones para el 2017.
Cuanto más financiamiento y a tasas más bajas consiga el equipo que comanda Prat Gay, entonces menos fondos deberá pedirle al Banco Central.
Para E&R, esto será determinante para el éxito del plan económico del macrismo.
Sucede que si el BCRA tiene que prestar auxilio al Tesoro (emitiendo más pesos para cubrir el “bache” en las cuentas públicas) terminará inyectando más presión alcista sobre la inflación.
Menos presión cambiaria
El segundo capítulo que se abre tras la resolución del conflicto buitre es la vuelta de los dólares para el financiamiento de proyectos de inversión en la economía real.
En el Ejecutivo se entusiasman con la llegada de una “lluvia verde” que pueda caer en sectores estratégicos como infraestructura, agroindustria, servicios y energías renovables.
Tal expectativa está además sustentada en la reciente visita del presidente estadounidense Barack Obama, que llegó al país con funcionarios y empresarios de primer nivel, que sondearon oportunidades de negocios.
En este contexto, desde la Cámara de Comercio de los EE.UU. en la Argentina (AMCHAM), su CEO, Alejandro Díaz, anticipó que el problema que tendrá que enfrentar el Gobierno no será el de la suba del billete verde sino, justamente, el contrario: sostener el precio para que no caiga.
“Puede ocurrir una revaluación del peso, producto de la cantidad de dólares que van a ingresar vía inversiones”, aseguró.
Sin embargo, en este punto en particular, economistas y consultoras tratan de poner un poco de paños fríos.
Argumentan que gran parte de esos desembolsos se irán activando en la medida en que el macrismo envíe señales contundentes de que la inflación y el déficit van reduciéndose notablemente.
Tasas más bajas y créditos largos
La tercera vía por la cual la Argentina se hará de divisas es la del comercio exterior.
En este sentido, hay muy buenas perspectivas tras el fin del conflicto con los holdouts.
De hecho, las empresas ya están comenzando a verse beneficiadas por el hecho de que al país se le descolgó el cartel de “default”.
“La consecuencia más concreta es la mejora para acceder al crédito comercial”, afirmó Miguel Ponce, director del Centro de Estudios para el Comercio Exterior.
“Las empresas ya están recuperando -luego de muchísimos años- las condiciones y los plazos históricos que supo tener la Argentina antes del conflicto”, añadió.
Milton Migotti, gerente de Negocios Internacionales del Banco Superivelle, coincidió en el mejor clima registrado conforme se fue destrabando la crisis con los holdouts y una vez desactivado el cepo cambiario.
“Ha habido una mejora concreta en las condiciones crediticias para las empresas exportadoras”, remarcó el directivo.
Incluso, anticipó que estos beneficios se van a ir profundizando en los próximos meses.
“Acabamos de participar en una reunión del Banco Interamericano de Desarrollo y notamos mucho interés por parte de numerosas entidades para activar nuevas líneas con tasas más bajas y menores plazos”, agregó el directivo.
En diálogo con iProfesional, el consultor Marcelo Elizondo, coincidió en que “el fin del default es una gran noticia para el Gobierno, pero también para las empresas, tanto importadoras como exportadoras”.
“En primer lugar, el hecho de haber superado el litigio automáticamente se deberá traducir en condiciones más ventajosas para el financiamiento, tanto por una alargamiento de los plazos como por la baja en los tipos de interés”, remarcó el experto.
“En segundo término, ayudará abrir mercados en el mundo el hecho de que el país abandone su condición de ´paria´ en términos jurídicos”, completó.
Un duro punto de partida
En el sector empresario y financiero coinciden en un punto: el comercio exterior hacia el final del kirchnerismo, prácticamente se había quedado sin financiamiento.
La pérdida de competitividad –el tipo de cambio, en términos reales, llegó a estar en los mismos niveles que durante el cierre del 1 a 1-, la imposibilidad de girar divisas al exterior y las continuas trabas que imponía el BCRA para el pago a proveedores del exterior, propiciaron un derrumbe de las operaciones.
En 2015, el conjunto de importaciones y exportaciones totalizaron u$s116.000 millones. Se trata de unos u$s40.000 millones menos que en 2011.
En medio de la caída de los flujos comerciales y, especialmente por el alto costo de los créditos en moneda dura, los bancos de todo el sistema –al mes de febrero, último dato disponible-, tenían prestado apenas u$s4.000 millones a empresas exportadoras e importadoras.
Para Migotti, “se trata de un nivel muy bajo y poco saludable, porque es un monto que no alcanza para financiar ni siquiera la mitad de un mes de comercio exterior argentino”.
Para el directivo del Supervielle esta baja propensión a la toma de créditos también estuvo dada porque muchas empresas directamente se bajaron del negocio y abandonaron su relación con los mercados internacionales.
Desde principios de 2012 y hasta fines de 2015, es decir, durante el período que duró el cepo, la Argentina perdió un 20% de firmas importadoras y un 30% de exportadoras, según datos del Banco Central.
Vientos de cambio para importadores
En el caso de las empresas que compran productos o insumos en el exterior, Ponce aseguró que “ni bien se supo del arreglo con los holdouts, hubo un cambio de escenario automático”.
“Hemos recibido la confirmación por parte de cámaras y compañías de primer nivel de que están regresando los plazos históricos que supo tener la Argentina”, afirmó Ponce.
¿Cómo se ha ido dando la secuencia?
– En pleno cepo y en medio del conflicto con los buitres, las empresas en general –especialmente las que no contaban con relaciones sólidas con proveedores del exterior- debían pagar sus importaciones por adelantado. Es decir, antes de que se embarcara la mercadería.
En diálogo con iProfesional, Salvador Pérsico, subgerente de Coface -empresa de capitales franceses especializada en gestión de riesgo-, sostuvo que “los importadores debieron soportar años difíciles, ya que tuvieron que cancelar las compras de bienes de manera anticipada o a plazos muy cortos”.
– A comienzos de año, con la desactivación del cepo y tras la implementación por parte del Macrismo de los cronogramas de pago para que los importadores pudieran saldar las deudas acumuladas en 2014 y 2015, los plazos pasaron ser de hasta 45 días.
– Luego, es decir, apenas se confirmó que las negociaciones en Nueva York con los holdouts estaban bien encaminadas, dichos tiempos se estiraron hasta los 90 días.
– Ahora que se le puso fin al conflicto con los “buitres”, las empresas argentinas vuelven a verse beneficiadas con límites que llegan a los 120 días.
Desde AFARTE, cámara que nuclea a los fabricantes de electrónica instalados en Tierra del Fuego, confirmaron que la mayor parte de las operaciones de importación se realizan en cuenta corriente.
“En la medida en que se canceló toda la deuda que teníamos y que hubo señales claras de una normalización de la economía, han ido mejorando las condiciones considerablemente”, expresaron.
“Actualmente, los proveedores nos están dando 120 días de plazo para cancelar los compromisos”, detallaron.
Cabe destacar que a mediados de 2015, en uno de los momentos más duros del cepo cambiario, algunas firmas asiáticas que entregan a las fábricas locales todos los insumos para la producción de celulares y televisores LED, llegaron a cancelar embarques ante imposibilidad de realizar los giros.
Para Ponce, esta mejora en las condiciones “implicará un beneficio importante en la competitividad”, porque las compañías instaladas en el país, a nivel crediticio, podrán pelear en igualdad de condiciones frente a las de otros mercados.
Además, remarcó que una gran proporción de las importaciones son realizadas por firmas que, a su vez, también exportan, de modo que esto redundará en mejores posibilidades para ganar espacio en las góndolas.
Se reposiciona el “Made in Argentina”
En el caso de las empresas exportadoras, la situación crediticia también dio un giro de 180°.
Según Milton, “hoy los bancos pasamos a contar con mucha más ´materia prima´ para prestar en dólares y también con mejores plazos”.
En el caso de las líneas con las que entidades locales se fondean en el exterior, el directivo afirmó que “están dando créditos a un año pero ya están por activarse líneas a dos o tres años. Incluso, hay conversaciones con organismos para habilitar líneas a largo plazo, de hasta siete años”.
Además expresó que “cuando las condiciones mejoran para los bancos instalados en la Argentina, eso se traslada automáticamente a las empresas”.
En cuanto a las tasas que deben convalidar los exportadores, el beneficio ha sido notable.
Hasta el año pasado una compañía -aun con un legajo impecable- por el contexto económico que atravesaba el país tenía que llegar a pagar un interés de entre 12% y 15% para un crédito en dólares, un nivel que desalentaba cualquier tipo de operación.
“Las líneas se habían vuelto prohibitivas. Hubo momentos en que una firma local debía convalidar valores de más del doble que el promedio del mercado mundial”, precisó Marcelo Elizondo, titular de la consultora DNI.
Para Pérsico, las ventajas están llegando principalmente a las empresas que necesiten prefinanciar exportaciones. Es decir, cuando se requiere de fondos frescos para adquirir insumos o invertir en bienes de capital para cumplir con esa orden.
De hecho, en la actualidad, el mercado local pasó a ofrecer líneas para prefinanciar exportaciones en dólares a una tasa que puede ir del 6% al 8,5%.
Sin embargo, en el sector confían en que dicho interés tiene todavía más margen para bajar, favoreciendo la toma de créditos.
¿Por qué? Porque también está descendiendo la prima de riesgo que cobran las entidades de afuera, que son las que le dan fondeo a los bancos locales para que éstos le presten a los exportadores.
Dicha prima, resuelto el conflicto con los holdouts, bajó cerca de un 50%: era del 4% y ahora se mueve entre el 2% y el 2,5%.
“Hay posibilidades de que ese costo todavía siga cayendo. Y esto puede llevar a que tengamos líneas en dólares a cuatro años con un interés del 5% o incluso menos”, afirmó el directivo de un banco de primera línea -que aceptó dialogar en off-, con fuerte presencia en el sector productivo
“Esto mejorará la competitividad de nuestras empresas”, remarcó.
Frente a este cuadro, Migotti sostuvo que “las compañías medianas y grandes, al ver el importante diferencial de tasas en pesos y en dólares y que tras la devaluación hay certidumbre cambiaria, están mucho más proclives a tomar deuda en divisas estadounidenses”.
En esta primera etapa, el Supervielle comenzó a recibir solicitudes de líneas de crédito por parte de empresas vinculadas con las economías regionales, como bodegas, pooles de siembra y hasta frigoríficos.
“Estimamos que en los próximos meses, a medida que se incremente el nivel de actividad, la demanda de financiamiento en dólares se volverá más masiva e involucrará, sobre todo, a productores de bienes industriales”, concluyó Migotti.
Fuente: iprofesional.com