Los médicos recomiendan que para tener una buena salud hay que llevar adelante un estilo de vida que incluya una alimentación que tenga todo lo que el cuerpo necesita, hacer ejercicio y dormir la cantidad de horas necesarios para un mejor descanso.
Dormir es más que un placer, es una necesidad vital del cuerpo. De acuerdo a una investigación realizada por Harvard, es fundamental descansar lo más que se pueda duran los días libres con el fin de mejorar la calidad del sueño.
Hay muchas razones por las cuales las personas duermen poco durante la semana: trabajo, maternidad, educación y más.
¿Por qué es importante dormir lo máximo posible en días libres?
Según un estudio, el tiempo ideal para dormir mejor es el fin de semana, sobre todo para quienes tienen horarios de trabajo extensos o nocturnos.
El experto en cronobiología Till Roenneberg subrayó la idea de que dormir más durante los días libres ayuda a “reducir la deuda acumulada de sueño y poder empezar el día con energía”.
Los períodos de descanso prolongados, como el sueño de 16 horas en un día combinando el dormitar nocturno con las siestas, pueden “estabilizar el ciclo de sueño y mejorar la salud general”.
¿Qué pasa si duermo poco?
El promedio que recomiendan los expertos es de ocho horas. Sin embargo, muchas personas no logran cumplir con esta recomendación, lo que puede tener consecuencias significativas en su bienestar físico y mental.
La falta de sueño adecuado puede afectar negativamente el rendimiento cognitivo, la memoria y la capacidad de concentración, lo que a su vez impacta en la productividad y la calidad de vida.
Además de los efectos cognitivos, la privación del sueño también tiene repercusiones en la salud física. Estudios demostraron que dormir menos de lo necesario aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como la hipertensión, la diabetes y problemas cardiovasculares.
El sistema inmunológico también se ve comprometido, lo que hace al cuerpo más susceptible a infecciones y enfermedades. La falta de sueño puede provocar cambios de humor, irritabilidad y aumentar el riesgo de trastornos del estado de ánimo como la depresión y la ansiedad.
Las relaciones personales y profesionales también pueden verse afectadas, ya que la capacidad de manejar el estrés y las emociones se ve disminuida.