Como no podía ser de otra manera, lo atribuyen a los cambios en la política tarifaria y en el precio del gas en boca de pozo aplicados a partir de 2016, pero también a la reducción masiva de los costos laborales (léase, flexibilización laboral) y a una supuesta integración al mundo que dejó atrás el populismo energético. El relato oficial es: “¿Vieron argentinos y argentinas que el esfuerzo y el dolor de pagar tarifas más caras y eliminar subsidios están justificados? ¡Ahora nos sobra gas y estamos exportando!”.
Y con esta última frase se van de gira por EE.UU., desesperados ante la nula incorporación de nuevas empresas más allá de las “heredadas” del kirchnerismo, desesperados ante la perentoria necesidad de dólares frescos para hacer frente al blindaje fondomonetarista. Cabe preguntarse entonces: ¿Qué tiene de cierto aquel relato? ¿Qué información censurada por Cambiemos revelan los datos oficiales cuando uno se toma el trabajo de analizarlos? ¿Por qué no llueven nuevas empresas y Aranguren primero e Iguacel después -mientras se escribían estas líneas estaba de gira- no paran de pisar suelo estadounidense?
En el gráfico que acompaña esta nota se observa el impacto de los subsidios al gas para las concesiones que ingresaron a los programas de las resoluciones 46 y 447. En 2018, la producción de gas descontado la producción aportada por estos “subsidios” hubiera resultado no en el crecimiento tan celebrado por el oficialismo del 5,5% (enero a septiembre), sino algo muy diferente: una caída del 2,5%, acentuándose la baja del 2017 (año sin estos mismos subsidios). La retracción respecto al primer año de gestión macrista hubiera sido del 3,8%. A propósito, cabe siempre recordar que más que “subsidios” se trata de “sobreprecios”, ya que se paga 7,5 US$/MMBTU lo que a 3 US$/MMBTU ya es más que suculento negocio.
Fuente: elaboración propia en base a datos de la Secretaría de Energía, Tablas Dinámicas. Se descontaron Fortín de Piedra a las producciones totales de 2017 y 2018; Campo del Indio Este a 2018; Estación Fernández Oro a 2018, restada la producción de 2017 no atribuida a la Resolución 46; Aguada Pichana Oeste a 2018, Aguada Pichana Este VM a 2018 y Rincón de la Ceniza a 2018, restada la producción de 2017 no atribuida a la Resolución 46.
El macrismo atribuye el crecimiento de la producción de gas en 2018 a las políticas implementadas en el sector desde su mismísima asunción, políticas que habrían conducido a un boom de las inversiones gracias a las nuevas reglas de juego (tarifazo y nuevos precios del gas en el PIST), la apertura al mundo y el fin del “populismo energético”. Totalmente falso.
La producción creció por los subsidios estatales otorgados en el marco de las resoluciones 46 y 447, que premian los proyectos nuevos de gas no convencional de las cuencas Neuquina y Austral. Entre estos proyectos, destacan dos: Fortín de Piedra, de Tecpetrol (Techint) y Campo del Indio Este, de CGC (Eurnekian). De no haber sido por ambos, la producción de 2018 a septiembre, en lugar de haberse expandido 5,5% hubiera caída 0,4%.
Ahora, si hemos de recordar que en 2017 la producción cayó 1% (contra una expansión del 4,9% en 2016); y si hemos de recordar también que de no haber sido por el mega yacimiento heredado (Vega Pléyade) el crecimiento mencionado de 2016 hubiera terminado en estancamiento, queda claro que debía tomarse urgentemente una decisión que revirtiera el pésimo desempeño, aunque esa decisión implicara echar mano a los renegados subsidios. Y así se hizo, porque la lluvia de dólares y la revolución energética nunca -siquiera hoy- se hicieron realidad. Aquí la razón de los recurrentes viajes a EE.UU., para inversiones que nunca llegan y, más importante, que al día de hoy no superaron las realizadas en el marco del acuerdo entre YPF y Chevron (2013), a pesar de no contar entonces las empresas foráneas con los beneficios (leoninos para el país) que graciosamente obsequia la administración Macri.
La mayor producción gasífera en el tercer año de Macri se sostiene con “alambre” y gracias a los tan vilipendiados subsidios. Esos mismos subsidios que fueron la razón de ser del incremento brutal de los precios del gas en boca de pozo y su traslado a la tarifa (léase, tarifazo); que fueron y son, asimismo, la causa de nuestro sufrimiento y del supuesto dolor que le provoca a un presidente que dice no haber tenido otra opción. Llegado a este punto, tal vez el lector o la lectora se pregunten: ¿Qué hicieron entonces con los miles de millones de dólares de incremento en el precio del gas desde 2016 a la fecha?
Y lo más paradójico o, para ser más precisos, lo más perverso. La ciudadanía no sólo seguirá subsidiando las ganancias siderales de las transportistas, distribuidoras y productoras; no sólo subsidiará las deudas contraídas entre ellas consecuencia de la mega-devaluación y la dolarización de la energía (y que ellas mismas promovieron), sino también y a partir de 2019 subsidiará un Fideicomiso para financiarles nuevas inversiones y mayores ganancias a Rocca y Eurnekian y, con él, el sostenimiento de una producción en ascenso con destino de exportación. Mientras tanto, para los argentinos y las argentinas, sus empresas y PyMEs el gas natural ya es un bien de lujo cada vez más escaso.
* Director de OETEC
Fuente: Ambito