Las Amigas del Museo del Puerto colgaron un pasacalles a la entrada que advertía a los visitantes del festejo, hicieron souvenirs, prepararon una torta para compartir entre todos los asistentes y cantaron el feliz cumpleaños mientras Alberto acompañaba con el acordeón. Alguno también se animó a hacer unos pasos de baile.
Esta alegría colectiva se sostiene con el trabajo voluntario de las Amigas y con el involucramiento de vecinos y trabajadores de la localidad que sienten desde hace 29 años el museo como propio.
En esa jornada también se reconocen algunos de los ejes de trabajo del museo: una torta hecha por una vecina, una polka y los pies bailando de los visitantes, son elementos claves para pensar la historia y sus múltiples articulaciones con el presente desde acciones cotidianas y colectivas y producidas por sujetos particulares.
Como en todo cumpleaños hubo regalos. El director del Instituto Cultural Ricardo Margo anunció para el venidero año la puesta en valor de la embarcación “Aguila Blanca”.