Existe evidencia que demuestra que los usuarios de protectores solares sobreestiman sus beneficios y tienden a prolongar su permanencia bajo los rayos más allá de lo aconsejable. Por esa razón, un grupo creciente de investigadores y médicos está impulsando una herramienta complementaria para prevenir el impacto nocivo de la radiación ultravioleta (UV): prendas de vestir que declaren un “factor de protección” de modo similar al de las cremas.
“Usar solo protectores solares no ha demostrado ser una solución integral para la prevención del cáncer de piel, especialmente el de células basales y el melanoma”, afirmó en declaraciones a la Agencia CyTA-Leloir Nathan Downs, investigador de la Facultad de Salud, Ingeniería y Ciencias de la Universidad del Sur de Queensland, en Australia.
“Así como existen filtros de radiación UV químicos (geles, cremas o sprays), también están los físicos: la vestimenta o accesorios como sombreros, paraguas y lentes”, explicó el doctor Rubén Piacentini, director del Grupo de Física de la Atmósfera, Radiación Solar y Astropartículas del Instituto de Física Rosario (IFIR), que depende del CONICET y de la Universidad Nacional de Rosario.
¿Pero hay forma de medir o cuantificar el beneficio protector de las prendas? En 1996, Australia fue pionera en un método para evaluar la capacidad de los tejidos de la ropa para bloquear o atemperar la radiación UV y comenzó a impulsar normas en esa dirección, al igual que Nueva Zelanda, Estados Unidos y la Unión Europea. Sin embargo, como lamentó la Organización Mundial de la Salud (OMS), aún no se ha desarrollado un estándar internacional consensuado para el concepto del FPS o “factor de protección solar” de la vestimenta. En Argentina se comercializan remeras que declaran un “factor de protección UV” (UPF) o un “filtro UV” mayor a 50, pero no hay regulaciones que lo certifiquen.
La situación podría empezar a cambiar. El propio Downs propuso en 2018 la creación de un “Factor de Protección Solar de las Prendas de Vestir” o “Garment Protection Factor” (GPF). El GPF integraría dos variables: datos de la protección que confieren los textiles y la proporción del área de superficie corporal que queda expuesta. Así, para el mismo material y color de la prenda, el GPF de una remera de manga corta sería menor al de una de manga larga; y, yendo al extremo, el de un bikini sería inferior al de una malla enteriza.
“Cuanto más alto sea el GPF, mejor será la protección provista por la prenda de vestir en términos de cobertura de la superficie corporal y protección UV del material”, afirmó Downs, quien también integra la Unidad de Investigación del Cáncer de Piel de la Facultad de Salud Pública, Ciencias Médicas y Veterinarias de la Universidad James Cook, en Queensland, Australia.
Y añadió: “Si los consumidores desean prendas con mayor GPF, los fabricantes diseñarán ropa que se adapte a esa demanda”.
Otros científicos y médicos elogiaron la propuesta. “Me encantaría que los fabricantes de textiles adopten el concepto y etiqueten su ropa de protección solar utilizando el GPF”, sostuvo Olaf Gefeller, del Departamento de Informática Médica, Biometría y Epidemiología de la Universidad Friedrich Alexander, en Erlangen-Nuremberg, Alemania. “Serviría para mejorar la transparencia de la información que reciben los clientes”.
Para Daniel Feinsilber, jefe de la División Dermatología del Hospital Ramos Mejía, en Buenos Aires, el uso de ropa con protector solar “es una medida muy interesante, sobre todo para personas con fototipos muy claros de la piel (I y II) que tienen pocas defensas de la melanina (pigmento que protege la piel)”.
El también profesor de la Universidad Favaloro añadió que, si las personas pasean o van a la playa entre las 11 y las 16, deben usar protectores solares, estar bajo una sombra de al menos tres metros de diámetro y, en casos de pieles muy blancas o con antecedentes de lesiones malignas cutáneas, vestir remeras de manga larga con un factor de protección solar. Ese tipo de vestimenta también es indispensable para quienes deban trabajar al aire libre en ese período.
Fuente: Clarin